El profe de historia.

Capítulo 36

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NARRA ELI

Mi llanto no cesa en ningún momento. Todo el shock que sentía hace unos instantes se fue y es como si estuviera viendo la realidad ahora.

-Deja de llorar, joder–farfulla Mery–Tenemos que encontrar a ese hijo de puta.

-¿Crees que ha sido él?–Pregunto.

Su mirada me confirma que sí. Me mira como si fuera algo obvio.

-¿Dónde puede estar?–Se pregunta a si misma mientras camina de un lado a otro en frente de la casa de Sara.

-No lo sé...¿dónde suele ir?–A la vez que formulo la pregunta una idea cruza mi cabeza. Mery me observa y creo que ha pensado lo mismo que yo.

-¡Al Club!–Decimos a la vez.

El Club es un pub que frecuenta la gente del instituto, universidad...etc. Nosotras dejamos de ir desde que supimos cómo trataba a Sara porque él siempre está allí.

-¿Y si está? ¿Qué hacemos?–Pregunto.

-Llamar a la policía, tenemos que comprobar que esté sin que él nos vea a nosotras.

Después de caminar unos quince minutos estamos a varios metros del pub. Podemos observar a gente en la puerta pero no parece estar él.

-Tenemos que acercarnos.–Propone Mery.

-Si nos ve perderemos la oportunidad.

-No podemos llamar a la policía sin saber si está ahí o no, lo están buscando y si comprobamos que está, no tardarían nada en llegar.–Dice convencida.

Al mismo tiempo que vuelvo a poner mi mirada en la puerta del pub, observo como la persona más indeseable que hay encima de la tierra sale con un cigarrillo en la boca. Es asqueroso.

-Está ahí.–Digo sin quitarle la mirada. Mery aún no se había dado cuenta.

Escucho un silencio por su parte y decido obsérvala, tiene la mandíbula apretada, sus ojos se han cubierto de una capa lagrimosa que está a un pestañeo de soltar todas esas lágrimas. Sus puños se aprietan con fuerza y presiento o más bien, observo, que está haciendo el impulso de levantarse de donde nos encontramos agachadas.

-¡Mery, no!–Digo agarrándola de la chaqueta.

-¡Déjame matar a ese hijo de puta!–Intenta zafarse de mí.

-¡Mery! No grites, nos va a oír. Piensa en Sara, por favor. En su padre...nos necesitan, necesitan que pillen a ese cabrón. No lo estropees, por favor. Hagámoslo por ella.

Parece que logró tranquilizarla y saca su móvil del bolsillo de su pantalón.

-Voy a llamar. No lo pierdas de vista.

Asiento y llama.
Nos dicen que en unos minutos estarán ahí varias patrullas. Nosotras decidimos quedarnos vigilando hasta que ellos lleguen y efectivamente, como dijo el policía, no tardan más de 10 minutos en plantarse en la puerta del pub y detenerlo. Intenta zafarse pero no lo consigue, es un hijo de puta. Grita cosas que no logramos escuchar y sin perder más tiempo, nos dirigimos hacia el hospital.

Al llegar, entramos y sus padres están en la sala de espera. Su padre camina ansioso por un lado y otro de la habitación. Su respiración es agitada, de vez en cuando se toca el pecho y suspira, está intentando que no le dé un ataque. En cambio, su madre llora desconsolada mientras Héctor, cuando pasa por su lado, acaricia su cabello rubio en señal de apoyo. Al vernos entrar, su padre viene directo hacia nosotras.