Capítulo 39

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Papá de Sara


No suelo ser un hombre ansioso, pero esta situación está acabando conmigo. Hirieron a lo más importante que tengo.

Cuando el comisario dijo que ese hijo de puta quedaría en libertad vigilada quise matarlo a él también. No puedo creer como a veces la justicia es tan injusta, mientras que ellos recogen las malditas pruebas, él podría atacar de nuevo a Sara. No lo permitiré jamás.

Intento tranquilizarme y centrarme en lo que este tal Izan tiene que decirme. A pesar de conocerlo realmente poco, sé que Sara lo quiere con locura, y si por ese motivo tengo que tener una buena relación con este hombre, la tendré.

—¿Querías verme?—Pregunto entrando a la habitación. Él asiente.—¿Qué tal estás?

—Bien...—Pronuncia con dificultad.—Gracias por venir.

—Cuéntame, ¿pasó algo?—Pregunto.

—Eso quería preguntarte yo a ti...¿pasó algo con Sara? ¿Por qué está hospitalizada aquí?

¿Cómo cojones lo sabe?

—¿Por qué preguntas?—Digo tratando de soñar tranquilo, el simple hecho de recordarlo me hace enfurecer.

—Respóndeme Héctor, ¿es por la comida?—Su mirada desprende preocupación.

—No. Ella estaba comiendo bien, a pesar de todo.—Se forma una pequeña sonrisa en su rostro. Me gusta que se preocupe por ella.

—¿Entonces?—Sigue preguntando.

—Empezó a encontrarse mal y el doctor vio bien hacerle algunas pruebas, está todo bien, todo resultó ser una gastroenteritis—Voy inventando sobre la marcha y él cada vez me mira con un gesto mas raro.

—Ella me dijo que se cayó...—Carraspea—No me mientas, si te hice venir fue porque me preocupa más que me estéis engañando en vez de decirme qué pasa realmente.

Me callo unos segundos. Él me mira fijamente esperando una respuesta de mi parte, no sé en qué momento Sara ha tenido contacto con él y le ha dicho que fue una caída. Solo me queda una opción.

—La ha violado, su maldito ex novio entró a casa mientras ella estaba sola, no fue mucho tiempo pero fue suficiente para crearle las diferentes lesiones por las que se encuentra aquí ingresada.—Pauso. A dejado de mirarme—Izan, yo me estoy encargando—Intento tranquilizarle.

No recibo respuesta de su parte. Sigue concentrado mirando a un punto fijo de la habitación mientras su respiración cada vez suena más pesada.

—Izan.—Lo llamo.

No responde. Acto seguido comienza a moverse con dificultad y a observar los múltiples cables que tiene puestos, buscando la manera de quitarlos.

—¿Dónde carajos crees que vas?—Voy hasta él y le sujeto.

—Ayúdame a salir de aquí—Me pide, más bien suplica. Su mirada está totalmente oscurecida.

—No vas a ir a ninguna parte—Lo sujeto con más fuerza.

—Por favor, sácame de aquí—Posa sus manos sobre las mías y cuando observo su mirada me doy cuenta de que está totalmente cristalizada.

—No puedo hacer eso, necesitas seguir aquí—Intento hacerle entender—¿Acaso no ves cómo estás? ¿Qué pretendes hacer?

—No sé cómo puede seguir con vida el sujeto que le ha hecho eso a tu hija, yo no soy tan pacífico como tú, mucho menos si se trata de Sara—Escupe furioso.—Voy a salir de aquí y te aseguro que Sara podrá vivir tranquila.

El profe de historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora