Aparco frente a su casa, por fin. Bajo rápido del coche y me acerco a la puerta, primero pego el oído para ver si se escucha algo. Toco el timbre y no escucho su frase "¿Quien es?" me empiezo a poner más nervioso y mis pensamientos son cada vez más negativos.
NARRA SARA
Despierto aturdida, mareada, dolor de cabeza y miles de cosas más. De nuevo al ponerme de pie mi cuerpo cae hacia un lado dándome en el mueble y abriendo una pequeña brecha en mi frente. Os sorprenderíais si os digo que no siento dolor a penas. Alcanzo mi móvil que está encima de ese mueble, lo desbloqueo y veo diecisiete llamadas perdidas de Eli, cinco de mamá y dos de Mery, sin contar los cientos de Whatsapp que tengo, leo, leo...ninguno de Izan, ninguna llamada de él tampoco. ¿Eso le importo? Rompo a llorar de nuevo y me levanto el triple de mareada que antes de caer, limpio la sangre que ha caído por mi cara y tiro el papel al suelo. Todos llamando, ¿por qué tanta preocupación? Seguro que de nuevo deben estar pendiente mía. Lo último que quiero es hacerles pasar el infierno que les hice pasar el año pasado a todos, no más. Subo las escaleras y llego hasta mi cuarto como puedo, quizá no esté bien lo que vaya a hacer, pero no tendré el tiempo de arrepentirme. Por la ventana de mi cuarto puedo comprobar que está anocheciendo, me siento en la silla de mi escritorio y cojo una pequeña hoja. Al menos no me iré sin antes despedirme o sin dejar un por qué.
"No quiero ser más un estorbo para ustedes, merecen vivir tranquilos. Los amo a todos"
Escribo eso y la dejo justo encima del escritorio al lado del bolígrafo. Me levanto y salgo al pasillo, miro las escaleras que dan a la azotea y me dispongo a subir por ellas, caigo seguidas veces por la flojera de mi cuerpo, pero aún así llego a mi destino y abro la puerta dejando entrar el frío de la calle. Salgo y el viento golpea mi cara, seguidos pasos tropiezo y me agarro del muro que da al otro lado de la calle, estoy segura de esto, será lo mejor para todos.
NARRA IZAN
No abre, no abre...a la mierda. De una patada la puerta se abre rompiéndose así su cerradura. No me quedaba otro remedio.
Al entrar grito su nombre.
-¡Sara! ¡Sara! ¿Donde estás?
Miro hacia todos lados y encuentro en el suelo un papel con sangre. Mi cuerpo se tensa y tengo que pestañear varias veces para creer lo que estoy viendo. Más nervioso que nunca y por primera vez en mucho tiempo tengo miedo. Busco en la cocina y nada, en el baño y nada. Miro las escaleras y subo, quizás se haya quedado dormida en su cuarto o esté ahí. Si, seguro que está ahí.
Toda mi esperanza se esfuma cuando entro y su cama está deshecha, esa cama en la que dormí abrazado a ella respirando su maravilloso olor. Me acerco y toco las sabanas, aspiro y su olor inundan mis fosas nasales. La echo de menos, necesito saber dónde está ya. Me doy la vuelta e intento buscar alguna pista que me facilite saber dónde está. Lo resuelvo todo nervioso y mi vista llega hacia una nota que hay es su escritorio.
Es ahí, justamente ahí, cuando mi cuerpo se paraliza y el estómago se encoge. Mis ojos se humedecen a medida que leo y releo la nota en la que dice que no quiere ser una molestia. La suelto encima de la mesa, una última esperanza cruza mi cabeza y parezco volverme loco.
-¡¡Sara!!
Entro al baño y no está, mis manos tiemblan como nunca lo han hecho, limpio las lágrimas que no me dejan observar si hay alguna pista más que me lleve hacia ella. En medio del pasillo miro a todos lados y observo la puerta que hay al final del pasillo. Corrí hacia ella como loco pensando que no había más habitaciones. Para mi sorpresa encuentro otras escaleras, mierda, debe ser la azotea.
Subo los escalones de tres en tres hasta que voy notando el frío que entra, me temo lo peor y me doy más prisa. Llevo arriba y mis ojos la buscan por toda la azotea, hasta que llegan a ese cuerpecito de espaldas a mí, sentada hacia afuera y con sus manos apoyadas en el muro. Tiembla y se le escucha sollozar.
Mi lágrimas se hacen más abundantes de pensar lo que podría hacer, ¿desde cuando se ha vuelto tan importante para mí?
Me acerco sin hacer ruido y no sé cómo actuar, nunca me he encontrado en esta situación y no sé que hacer. Solamente decido hablarle.
-No lo hagas Sara...no me dejes solo...
Es ahí cuando su cuerpo pega un bote al escuchar mi voz. Se gira y al mirarme veo la brecha que hay en su frente y que aún sangra un poco. Se me rompe el alma en mil pedazos y decido acercarme.
-No te acerques.
Me paro en seco y la miro. Vuelvo a limpiar mis lágrimas.
-Esta no es la solución...
-¿Qué eres? ¿El típico profesor ayudando a su alumna? ¿Por eso has estado tan pendiente?-Su voz suena con rabia.
-Dejaste de ser una alumna para mí hace mucho tiempo Sara.
Parece darse cuenta de que estoy llorando y vuelve a mirarme, le suplico con la mirada que venga hacia mí pero no lo hace. Hipa y vuelve a mirar hacia delante.
-Lárgate Izan, son mis problemas. Bueno, ya no.
Como si esa fuese su última señal para despedirse del mundo corro hacia ella como sino hubiese un mañana. Ella se ha convertido en mi mayor deseo, mi mayor prioridad y mi mejor error.
No puedes irte ahora Sara, no ahora que me has vuelto adicto a ti.
______________________
Maratón 3/3
¿Intriga? 🤣
Siento dejaros así, pronto habrá nuevo capítulo, gracias por todo el apoyo que estoy recibiendo.Dejen sus comentarios con su predicción del próximo capítulo, adoro leerlas!!!💋
ESTÁS LEYENDO
El profe de historia.
RomanceDicen que la vida puede sorprenderte en cualquier momento, pero...¿estamos preparados para ello? Sara cursa su último año en el instituto, a sus 18 años está pasando por uno de los peores momentos de su vida. Un novio acosador, problemas alimentici...