Capítulo Veintidós: Estoy muy bien.
Dawson.
Mérida me volverá loco, pero de una buena manera.
Los pequeños gemidos que emite mientras se retuerce y se aferra a las sabanas cuando mi boca asciende por el lado interno de su muslo, me insta a ser especialmente delicado en los puntos que más la estremecen y afectan.
Anoche cuando vine aquí y a mitad de camino recibí su alocado mensaje no tenía un plan en mente, actúe por instinto y lo último que esperé fue terminar teniendo el mejor sexo que he tenido en mucho tiempo, fue cómo una fantasía ni siquiera alcanzo a entender lo intenso que fue todo. Tampoco esperé sentirme tan bien con ella durmiendo sobre mí o sorprendentemente bien cuando terminó a un lado de la cama y yo detrás de ella, en una posición cursi de cucharas en la que me quedé dormido poco después.
Despertar fue un poco incómodo, no lo voy a adornar, pero con el pasar de los segundos luego de una descarga de orina y cepillada de dientes, con rostros hinchados y marcas de almohadas, una cosa había llevado a la otra y mientras veía sus labios, tuve que besarla y cuando la besé tuve que tocarla y cuando la toqué decidí que tenía que hacer algo que no tuve la oportunidad de hacer ayer: comerla, devorarla, probarla y hacerla mojar tanto cómo pueda, llámame codicioso o arrogante, pero sé que puedo con ello.
Así que eso explica porque tengo a Mérida desnuda de la cintura para abajo, abierta con mis manos en sus muslos y mi boca haciendo un camino de besos directo a su entrepierna en donde brilla con el rastro húmedo de su excitación.
Está diciendo mi nombre en una súplica que se escucha increíble, pero lo quiero escuchar en tono de gemido así que tras un mordisco en la carne de su muslo me dirijo directo a donde más me desea, besándola de la manera en la que hace poco le besaba la boca. Me deleito con su humedad en mi lengua y decido que amo hacerle esto. Gime y se retuerce en cuanto la lamo y luego me enfoco en el pequeño nudo de nervios.
Los jalones de cabello no tardan en llegar y aunque duelen por su brusquedad, no me importa, de hecho me excita. Me alejo unos centímetros para observar el resultado de mis besos y lamidas, me encanta y vuelvo de nuevo a ello, pero esta vez mi dedos se unen, introduciendo dos de ellos en su interior que la hacen emitir un gritito.
Me deleito con sus sonidos, con la manera en la que se humedece en mi boca, sus palabras torpes, tirones de cabello y sobre todo la manera en la que mi nombre suena en medio de su deseo. Me presiona contra sí misma cuando atrapo el pequeño nudo con mis labios y doblo los dedos en su interior, gimiendo más fuerte antes de arquearse, gritar y estremecerme, además puedo sentirlo en mi lengua y mis labios, puedo sentirla y saborearla acabar.
Lo disfruto incluso si no soy quien está teniendo el orgasmo.
Mi boca no la abandona hasta que está empujando mi cabeza para que me aleje porque se encuentra extremadamente sensible.
—Ya, parece que quieres matarme.
Planto un beso por debajo de su ombligo y me levanto sin poder esconder la sonrisa arrogante porque me encanta saber que acabo de darle un poderoso orgasmo, que finalmente tengo la oportunidad de hacerlo.
—Me encantan los sonidos que haces —confieso subiendo con besos por su cuerpo—, también cómo te caliento. Disfruto de saborearte, de estar dentro de ti —susurro contra su cuello, pellizcándole con los dientes la piel antes de culminar mi recorrido a centímetros de sus labios—. Es que me encantas, cielo.
—¿Qué tanto? —susurra haciéndome sonreír.
—Muchísimo.
—¿Qué tan muchísimo? —Sonríe.
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+21 (Libro 2 Saga Inspírame) Disponible en librerías
RomanceMérida esconde un secreto un poco (muy sucio): ama dibujar novelas gráficas sexuales. Dawson, el atractivo e inesperado sujeto que le salva la vida (literalmente) lo descubrirá y pronto se encontrará adentrándose al mundo del romance... Y lo +21. Gr...