Capítulo treinta y dos: Ah, es que soy latina

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Capítulo treinta y dos: Ah, es que soy latina.

Mérida.


Estoy muy nerviosa y no ayuda que Dawson se esté riendo de ello en tanto detiene el auto a un costado de la acera frente a su casa.

Habrá que recordar que, aunque hago dibujos sexis y me va bastante bien en el sexo, soy cariñosa y pícara con mi novio, todavía conservo mi clásica timidez y conocer a los padres de tu novio es un acontecimiento bastante grande desde mi punto de vista.

—Es una casa bonita —digo fijándome únicamente en la fachada de una casa amplia.

De manera distraída me quito el cinturón de seguridad, acariciando mi top rojo de mangas largas y cuello alto y diciéndome que fue una buena decisión ponerlo con un jean acampanado, me enfoco en estas tonterías para no ponerme más nerviosa, pero para estar más segura, hago una rápida revisión en la cámara frontal de mi teléfono verificando que el delineado grueso que me hace ver los ojos más estirados esté intacto y mi labial rojo mate también. Recientemente me volví a cortar el cabello y ahora está justo por la mitad de mi cuello, eso también está en orden.

—Te ves increíble, ya te lo he dicho —asegura Dawson que ya ha apagado el auto.

Volteo a verlo y mantiene una sonrisa en el rostro, dándome toda su atención.

Dejo atrás mis pensamientos sobre las palabras de Martin hace unas horas y me enfoco en él, en su honestidad y el que hace unas semanas admitió estarse enamorando de mí, no importa su pasado romántico o al menos no debería importarme, me centro en nuestro presente.

Pero no es tan fácil, ese desgraciado de Martin ha planteado muy bien su semilla, solo espero que no crezca.

—Estoy nerviosa, sé que debido a las cosas que Francisco ha dicho no le agrado a tu hermana...

—No es el caso de mis padres, vas a encantarles, ya tienes a Drake en el bolsillo y ese es el más importante, mi alma gemela.

—Bueno —digo no muy segura.

Y ríe por lo bajo inclinándose hacia mí, atrapando mis labios en un beso lento y húmedo que transforma mis nervios en algo más. Cómo otras tantas veces, me pierdo en su beso y deseo más, que increíble es la persona que inventó este tipo de contacto íntimo, es incluso más íntimo que el sexo.

Tener sexo es menos complicado que hacerte vulnerable al cerrar los ojos y compartir un beso, saliva, aliento, espacio, tanto.

—Deja de estar nerviosa —murmura antes de mordisquearme el labio inferior haciéndome sonreír.

Con las manos en su cuello lo atraigo para otro beso en donde yo guío o al menos lo hago hasta que hay unos pequeños golpes en mi ventana sobresaltándonos. No volteo a ver, pero Dawson entrecierra los ojos hacia quién sea que esté afuera antes de verme.

—¿Preparada?

Asiento, aunque no lo estoy, viéndolo bajar del auto  y luego bajando con mucha lentitud para enfrentarme al primer miembro de su familia.

Espero, de verdad espero e imploro, que mi boca no esté colgando abierta cuando me topo con el famoso Holden Harris, presentador de InfoNews, modelo en algunas campañas y hermoso cómo él solo. A ver, mi novio es atractivo a morir, pero hay que admitir que su hermano mayor está que arde.

Él le da una sonrisa a su hermano intentando despeinarlo antes de darle unas palmaditas en el abdomen y dirigir su mirada hacia mí.

Nunca conocí a un famoso o bueno, uno así, porque científicos o médicos famosos sí he conocido por mamá, pero esos ni sabía sus nombres o leía chismes de ellos.

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