Capítulo cuarenta y dos: ...Tan perfecta...Cómo te imaginé

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Capítulo cuarenta y dos: ...Tan perfecta...Cómo te imaginé.

Dawson.

Cuando llegaste tú
Te metiste en mi ser
Encendiste la luz
Me llenaste de fe
Tanto tiempo busqué
Pero al fin te encontré
Tan perfecta como te imaginé, no, no
Como aguja en un pajar
Te busqué sin cesar
Como huella en el mar
Tan difícil de hallar
Tanto tiempo busqué
Pero al fin te encontré
Tan perfecta
Como te imaginé...

Bueno, mi exnovia me dejó aparentemente una obsesión con canciones hispanas que definan mis emociones. Que el Jesús multifacético de Alaska bendiga a YouTube con sus sugerencias y traducciones.

Resulta que "Sabes" de Reik, conecta muy bien con mis emociones esta noche y antes de eso cómo a veces ser masoquista parece atractivo, escuché qué vida la mía e inolvidable, dos canciones que Mérida volvió especiales para mí.

Sé, en serio sé, que no puedo vivir un eterno despecho y que ya pasó suficiente tiempo para hacerme a la idea de que tal vez ella no vuelva conmigo, que nuestra relación tan llena de vida, está muerta.

Ahora, desde agosto hasta noviembre no me he dedicado exclusivamente al despecho. Luego de mi miserable tiempo en la clínica y finalmente renunciar, estoy trabajando a tiempo completo en el refugio de animales que me paga con base a las donaciones, que es significativamente inferior a lo que ganaba, pero me gusta, es un buen ambiente laboral y es temporal en tanto recibo este diciembre mi título universitario para aplicar a otros lugares, además la doctora Lissa y el doctor Robinson dejaron en claro que me harían una carta de recomendación y hablarían de mi buen trabajo cuando llamaran, con sus opiniones muchas puertas podrían abrirse.

Aunque ya no voy tan seguido a terapia, me hago tiempo para ir cada quince días porque me gusta a hablar y mi terapeuta es realmente divertido y me ha enseñado a jugar cartas mientras le cuento sobre mi vida.

En casa las cosas están bien, mi hermana volvió a su malvado ser, Drake viene bastante seguido y mamá y papá siguen siendo cursis cuando creen que nos los vemos. He averiguado escuelas de postgrados y en mi vida social, he ido de fiestas con mi hermano y Alaska y muchas veces solo.

Vuelvo a repetir la canción cuando termina y lo hago una tercera vez hasta que escucho que el timbre de la casa suena y debido a que me encuentro solo, porque mamá y papá fueron a una cita, pongo pausa en la reproducción de la laptop y bajo, rascándome de manera perezosa el pecho solo para sorprenderme cuando abro la puerta.

—Hola —dice una voz suave con un acento que para mí se volvió tan familiar.

Veo a Mérida llevando un vestido que resalta cada curva en su cuerpo, pero también veo sus ojos de mapache con delineador corrido, sus bonitos pies esmaltados en un color plateado sucios por estar descalza y entre sus brazos la hermosa gata, acurrucada, que mayormente está huyendo de ella.

—Esto es una sorpresa —consigo decir y siento el frío contra mi piel, ella también debe de estar helada—. Pasa, no quiero que te resfríes.

—Gracias.

Veo la manera protectora en la que abraza a Boo que se encuentra demasiado mansa viéndome con reconocimiento luego de que cierre la puerta detrás de mí. Mapache o no, el corazón se me acelera viendo a mi loca venezolana.

—Mérida...

—Era la fiesta de cumpleaños de mi mamá, quien ahora es una desconocida —comienza a hablar y por la manera en la que lo hace no creo que se detenga—. Había muchas personas...

Una vez que comienza, ella no para y me doy cuenta de que tiembla, pero no por frío, creo que se trata de impotencia en tanto me habla de una fiesta en dónde se sentía fuera de lugar y debo decir que se me eriza el vello de la piel cuando dice que iba a venir a verme, que pensaba en mí, pero toda la alegría desaparece cuando veo sus ojos humedecerse al hablar sobre unos imbéciles acosándola y proponiéndole cosas sexuales cuando encontraron sus dibujos.

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