Capítulo Veintitrés: Sí, es una cita.
Mérida.
Veo a Dawson dejar a Perry el Hámster dentro de la jaula —en la que solo sube cuando viene al veterinario— tras darle un bocadillo de premio antes de cerrar la pequeña puerta de la rejilla.
Durante toda la revisión estuve viéndole los dedos enguantados, el perfil, sus facciones de frente, el cabello y la pequeña sonrisa que se asomaba de tanto en tanto cuando me atrapaba mirándolo.
Tuve sexo con este hombre. Sexo muy bueno, increíble y del tipo que me hace dar vueltas en la cama sonriendo cómo una idiota cuando me acuerdo, también me he tocado con ello, en serio, me palpita siempre que me acuerdo y no hablo precisamente del corazón.
Siento que mis recuerdos de ese momento juntos pasan por todo un torbellino que inicia con su inesperada aparición a mi casa a ser encontrados por mi madre, de esto último ni siquiera me gustaría pensar porque la verdad es que los últimos cuatro días las cosas han estado tensas con mamá porque ahora sí que ha estado todos los días y parece que discutimos por cualquier tontería. No es que antes mamá y yo fuésemos las mejores amigas, pero no explotábamos con tanta facilidad o discutíamos tanto.
Uno de nuestros nuevos temas de conversación es Dawson, porque ha decidido que no le gusta y mi argumento sobre cómo no lo conoce y simplemente está siendo prejuiciosa con una vena moralista ante el hecho de que dormí con él, ya que al parecer esperaba que me revirginizara, pero no cedo sobre ello cuando defiendo a capa y espada a Dawson incluso si no tengo absoluta idea de qué estamos haciendo.
Los últimos días hemos hablado muy poco, creo que ninguno sabe cómo iniciar y estoy un poquito asustada de que decida que todo quede en una noche y seamos amigos cómo antes, porque no creo que pueda volver ahí, no después de sus besos, el deseo y la pasión que compartimos.
Salgo de mis pensamientos cuando me entrega la jaula con Perry y lo sigo para tomar asiento frente su escritorio mientras él lo hace detrás. Nos vemos durante segundos y cómo desearía poder leer su mente.
—Perry está bien... —dice.
—Me encantó lo de la otra noche —digo al mismo tiempo.
Él se detiene y estoy segura de que mis ojos están muy abiertos en tanto me tapo la boca con una mano. Las comisuras de sus labios tiemblan, supongo que quiere sonreír, pero se está conteniendo y yo estoy terriblemente sonrojada.
No planeaba sacar la conversación justo ahora.
—Puedes proseguir —hablo de nuevo—. ¿Qué decías?
—Que Perry está bien, de hecho es bastante saludable.
—Lo cuido muy bien, pero siempre es bueno traerlo a sus consultas y ya era hora de que conociera a su nuevo doctor.
—Sobre eso... —Juega con un lapicero entre sus dedos—. ¿El doctor Angelo sabe sobre este cambio?
—Aun no, pero se lo haré saber.
Es solo que de manera cobarde aun no lo menciono porque siento que el doctor tiene sus reservas hacia Dawson y no quiero crear tensiones de "me robaste el paciente" porque eso no es lo que deseo, es simplemente que amé el trato y entrega que Dawson tuvo para el difunto Señor Enrique y debido a que Perry es mío, es el único sobre la familia del que puedo decidir y quiero que él sea su médico y punto, me genera confianza y sé que hace un trabajo estupendo.
—Creo que estaría bastante bueno que se lo dijeras con prontitud para evitar malos entendidos.
—Lo hare, lo prometo —aseguro y asiente con lentitud.
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+21 (Libro 2 Saga Inspírame) Disponible en librerías
RomanceMérida esconde un secreto un poco (muy sucio): ama dibujar novelas gráficas sexuales. Dawson, el atractivo e inesperado sujeto que le salva la vida (literalmente) lo descubrirá y pronto se encontrará adentrándose al mundo del romance... Y lo +21. Gr...