Epílogo

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Epílogo.

Mérida.


Junio, 2018.

Me muerdo el labio inferior mientras repaso los últimos detalles en la tableta gráfica, enamorada de cómo está resultando este dibujo y también estoy escuchando que en la sala Dawson se encuentra maldiciendo mientras cocina y Reik ladra, corriendo de la sala hasta la sala de estar que hemos condicionado cómo nuestro espacio de trabajo, una mitad es de Dawson y la otra es mía.

También sonrío porque está sonando «bésame» de Camila ¿Quién diría que mi novio se volvería tan fan de las canciones hispanas que le he enseñado a lo largo de nuestra relación? Es como tener una playlist de nuestra historia que no deja de crecer.

Hago el último trazo en las hebras del cabello del chico y ¡Listo!

—¡Qué buen dibujo, Mérida! —Me felicito, es algo que he venido haciendo los últimos meses y que mi terapeuta dice que es genial.

Aun me sorprende el crecimiento personal que he tenido durante los últimos meses y me siento tan bien incluso si hay días en las que algunas cosas me afligen o en dónde tengo bajones, estoy orgullosa de mí, algo que pensé nunca sentiría.

Mi teléfono vibra y lo tomo viendo que se trata de múltiples mensajes de Alaska hablándome sobre lo que podría suceder en el próximo episodio de la historia en conjunto que hemos estado subiendo en Imaginetoon y la que ha crecido de una manera impresionante, nunca pensé que esta pasión de la que creí debía avergonzarme sería un núcleo tan importante en mi vida y tan público.

El libro de Alaska apenas lleva un mes de haber sido lanzado, pero va por la tercera edición y todos aman mis ilustraciones incluso han sacado productos del libro con ellas y me pagan esos derechos de autor ¡Es francamente genial! Y Alaska ya me pidió que hiciera las del otro libro que sale a final del año. También hago dibujos (inocentes) y los subo a mi cuenta de Instagram, hablo de ello mientras hago tutoriales de maquillaje en YouTube y básicamente todos los días estoy dibujando, sea para la universidad o para mi placer.

Algo que he descubierto es que al parecer los dibujos +21 son un gran juego previo, porque Dawson siempre se excita y salta sobre mí cuando se los enseño.

Le respondo los mensajes a Alaska y veo que tengo un mensaje de mamá preguntándome si mañana quiero que desayunemos juntas y que lleve a Boo, acepto porque siempre estoy dispuesta a trabajar en nuestra relación y cada encuentro siento que aflojamos un poco más.

Tras ver otros mensajes que pueden esperar, en pijama este sábado en la mañana, salgo con la tableta grafica en la mano, al encuentro de Dawson que maldice y rio cuando lo encuentro frente a la estufa de la cocina que está muy sucia.

—¿Qué sucede? —pregunto con miedo a asomarme a ver su desastre.

—Quería hacer cachapas —Se queja— ¡Siempre lo haces ver fácil! Mezclar harina de maíz molido, leche, un huevo para que no se pegue ¡Y listo! ¿Es algo que solo los venezolanos saben hacer?

—En primer lugar, no todos los venezolanos saben hacer cachapas —Hablo, intentando no reír—. En segundo lugar, te dije que no era fácil y lo subestimaste ¿En dónde está el problema?

—¡Se pegan! No me sale ninguna y quiero desayunar cachapas porque me hiciste un adicto.

»¡Las arepas me salen perfectas y los pastelitos también!

—Y los tequeños junto a las empanadas —agrego.

—¡Exacto! Entonces ¿Por qué no me salen las cachapas?

+21 (Libro 2 Saga Inspírame) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora