Capítulo 38

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21/Agosto/2019

Sentía como algo recorría el tatuaje de mi espalda, pues estaba recostaba boca abajo, mis ojos se estaban acostumbrando poco a poco a la luz que entraba por la ventana. La mitad de mi cuerpo desnudo—mi cadera para abajo—estaba cubierto por la sábana, mientras la otra mitad estaba a disposición de sus manos y vista, mi tatuaje, que ha dejado claro es su vista favorita.

—Buenos días—le dije con una sonrisa, cuando nuestros ojos chocaron.

—Buenos días ¿Cómo estás?

—Bien.

—¿Bien?—enarcó una ceja.

—Muy bien ¿Y tú?

—De maravilla.

Sus brazos me llevaron hacía él para unir nuestros labios en un beso que no duró mucho, pues yo lo interrumpí.

—Tengo hambre—una pequeña risa brotó de sus labios.

—Vamos a desayunar, tenemos que alistarnos para el Baby Shower.

—Joder, verdad que es hoy.

—¿Lo olvidaste? Que ejemplo de madrina.

—Oye, no lo olvidé, solo no sabía que día es hoy.

—Si, claro—se levantó, se vistió con su ropa interior para luego ir al baño.

Yo también tomé mi ropa interior y me vestí, y en la parte de arriba me puse la camisa que traía anoche, recogí mi cabello en un moño algo desarreglado y también me adentre al baño. Allí él se estaba lavando los dientes, yo también tomé mi cepillo y empecé a cepillarme, cuando él acabó salió, yo me quedé, terminé con mis dientes y luego hice pipí, cuando ya había cumplido con todas mis necesidades salí a la cocina.

—Buenos días, Bucky bonito—acaricie a mi amigo que vino a saludarme—¿Ya te dieron desayuno? Seguro no, porque tu papi solo piensa en comer él ¿Verdad?

—Oye—se quejó el nombrado—No pongas a nuestro hijo en contra mía.

¿Nuestro hijo? Dijo, nuestro hijo.

Lo sé, ya lo escuché.

—Y si le di, solo que ya se lo acabó.

—Estabas hambriento, eh, seguro anoche no comiste.

—Anoche ambos comimos muy bien—me guiño un ojo.

Rodé lo ojos, y volví a mirar al perro.

—No le prestes atención, mejor alístate porque hoy saldremos a dar un paseo muy largo—miré a Thiago para preguntarle—¿Será que dicen algo si llevamos a Bucky?

—No creo, pues el lugar es abierto, césped por todo lado.

—Creo que de todos modos le preguntaré a Anahí.

—Pero lo harás después de desayunar—dejó los platos en la mesa del comedor.

—Vale.

Desayunamos en silencio, pero ya saben, nuestros silencios cómodos, al terminar yo lavé los platos y nos dirigimos a la habitación a escoger que llevaríamos puesto.

—Yo me iré normal—se dejó caer de espaldas en la cama.

—Tienes que irte guapo—comenté desde el armario.

—Yo siempre estoy guapo.

—Aún más guapo.

—Me llevaré la camisa que me diste de cumpleaños, es linda.

Coincidir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora