Después de los negocios: B.E.N.Y. [Parte 2]

Cambio de presidencia, juicio y demás. (Betty POV)

Siento que ha pasado mucho desde que platicamos ustedes y yo... ¿En qué nos quedamos?... Ah si, habíamos regresado de luna de miel, desde entonces ya han pasado unos meses... Algunos meses.

Estábamos en la empresa... En junta... Ajá, en esa junta pendiente, LA ÚLTIMA DE MI GESTIÓN COMO PRESIDENTA.

En la mesa estaban desde los Mendoza, los hermanos Valencia, hasta Hugo, Nicolás y su servidora.

—Bueno, señores, gracias por estar aquí hoy, en este cierre para mi, para mi gestión, para con usted, Don Roberto, cumplí a mi palabra. En total confianza puedo decirles que Valencia & Mendoza, se encuentra en un muy buen punto, económicamente hablando, hemos liquidado cada deuda generada de manejos anteriores, como pueden apreciar en el balance anexado en sus carpetas. — Cada quien abrió el folder que tenían enfrente y Nico me ayudó con la presentación.
—Beatriz, hija, no puedo creerlo, has llevado a la reposición esta gran empresa, incluso la elevaste a un nivel increíble, nos has traído éxito como hace mucho no veíamos, y siempre voy a estar agradecido contigo por tu ayuda. — Se acercó a brindarme un abrazo que con ojos aguosos acepté sin dudarlo.
—¿Me permiten una palabra?... — Armando se manifestó.
—Por favor, hijo, adelante. — Tomamos asiento.
—Betty nos salvó de la peor embarrada que cometí, gracias por levantar de las cenizas a este fénix de empresa. Marcela, hermana, gracias por traer a esta maravilla de profesionista, que fue más que un acierto para V&M. — Después de unos aplausos y verme sonrojada como imbécil, proseguimos con la reunión.
—Gracias por todas sus lindas palabras, quiero aprovechar el momento, que está el comité completo, para pasar al siguiente asunto... EL NUEVO PRESIDENTE... Aquí tengo el veredicto final... El cuál, me emociona mucho darles a conocer, porque ustedes votaron, esto fue democracia pura. — Cambié la diapositiva.
—¡Ya dinos! ¡Exfea! — "Ay, Hugo, a veces me caes bien, a veces no te tolero..."
—Esto fue unánime y yo no puedo estar más orgullosa de quién recibe la estafeta el día de hoy... Con 6 votos, nuestro nuevo presidente... BUENO, PRESIDENTA, ES LA ACCIONISTA MARCELA VALENCIA DORANTES. — La cara de mi amor, LA HUBIERAN VISTO, sorprendidísima, sus ojos brillaron.
—¿QUÉ? — Se rió nerviosa.
—Al fin, al fin un presidente que sabe de moda. — Hugo se levantó a abrazarla y comenzó a llorar.
—Hermana, no te puedes negar, sabes que este puesto es para ti y justo de tu talla. — Daniel la tomó de la mano.
—¡Eso, Hermana! MISSES PRESIDENT! — Malú celebraba, tomada del brazo de Nicolás.

Todos hicimos comentarios halagadores para la nueva presidenta, Mariana mandó una champaña sin alcohol para el brindis y snacks.

Celebramos un rato y salimos a la clínica para mi revisión.

Íbamos en el camino:
-¿Cómo te sientes, presidenta?
-Amor, soy muy feliz con el puesto, pero... ¿Tú que harás?
-Yo tomo tu puesto, sigo con BAR y cuidando del hotel, no es como que me vaya a Israel o algún lugar lejano.
Me dió un beso rápido.
-Estoy muy orgullosa de ti y todo lo que has logrado desde que llegaste a mi vida.
-Y de lo que lograremos juntas de aquí en adelante, sé que llevarás V&M a donde tanto has soñado.
-No creas que te vas a salvar de la consulta.
-Maldita sea.

Bajamos y entramos al consultorio del doctor.

—¡Hola, Betty, Marcela, pasen! — El doctor muy atento nos abrió la puerta y no recibió de la mejor manera.

Tomamos asiento, empezó el interrogatorio, me revisó la pierna y todo terminó donde YO NO QUERÍA.

—¿Y bien? ¿Qué opina doctor? — Marcela sonaba preocupada.
—No está como esperábamos... Como comentaste que a veces pierdes la fuerza y tienes movimiento limitado de la extremidad, probablemente se te lastimó algún nervio o ligamento... — "DEMONIOS..."
—Eso quiere decir que... — Me estaba poniendo el pantalón de regreso.
—Tenemos que hacer radiografías, análisis, operar y posteriormente tendrás que tomar terapia de rehabilitación, esperemos que no necesites bastón permanentemente. — Se quitó los lentes el especialista y abrió una libreta.
—¿Cuando la puede operar, doc? — Tomó mi mano sudorosa porque bien sabía que me estaba muriendo del miedo.
—En dos semanas, quizás menos, no te preocupes, puedes hacer tus cosas de rutina, no vas a necesitar guardar reposo, usarás muletas y te enyesaremos esa pierna. —
"AY NO..." gritaba internamente.