Despertó demasiado incómoda y con un dolor que parecía iniciar en la base de su cabeza y extenderse por toda la extensión de su espalda producto de la extraña y nada recomendable posición en la que se había quedado dormida. Sentía la pesadez en sus ojos por las horas enteras dedicadas a la lectura, en sus brazos habían quedado marcados los lápices sobre los que había caído rendida y sus piernas, entumecidas, pedían a gritos ser estiradas. Su escritorio había sido su lecho aquella noche cuando en algún momento se había rendido al sueño. Al costado aún permanecía el libro abierto de Jane Eyre, mientras que sus anotaciones, las cuales no recordaba haber hecho, acabaron por convertirse en su almohada.
Su espalda sonó fuertemente en cuanto alzó los brazos para estirarse y tronar sus huesos en busca de una mejoría en su entumecimiento. Ahogó un bostezo en su mano y observó la hora del reloj de mesa que se encontraba en el rincón. Apenas pasaban de las siete de la mañana, sorprendiéndose de haber despertado tan temprano sin la ayuda de ninguna alarma y más siendo que era poseedora de un sueño pesado.
Los sábados acostumbraba a disfrutar de la cama más de la cuenta, aprovechando esas horas libres que el resto de los días sus responsabilidades le robaban. Pero en aquella ocasión no fue así posiblemente por el hecho de que había dormido más temprano de lo usual, o por la intranquilidad que nunca había abandonado su cuerpo luego de la discusión con Henry.
El día anterior no volvió a verlo a pesar de compartir el mismo techo. Lo había oído salir en la tarde sin pronunciar palabra y volver a la noche incluso después de que Margo se preparara algo para cenar. Pensando en él y su apetito, le había dejado un sándwich de atún listo para que comiera en caso de que no lo hubiese hecho afuera, pero era difícil comprobar, más estando encerrada en su habitación estudiando, si Henry lo había probado o no.
No tenía planes de salir ni mucho menos recibir visitas; ataviada con su pijama abrigado el cual se había colocado la noche anterior para mayor comodidad, bajó a la cocina dispuesta a preparar el desayuno... se había despertado temprano, tal vez como una señal, y aprovechar esas horas extras podría resultar en algo bueno.
No halló señales de Henry en su camino, recordando que a esa hora muy posiblemente estuviese en alguna parte de la ciudad corriendo. A veces no comprendía el gusto que tenía la gente por simplemente salir y agitarse tan temprano una mañana de sábado, porque era consciente que su hermano no era el único que realizaba aquella actividad; de poder elegir, y de gustarle hacer ejercicio, optaría por algún deporte, encontrándolo más divertido que correr sin rumbo fijo.
Sin ahondar demasiado en el asunto puso manos a la obra y saqueó la heladera. Preparó café bien negro, tal y como les gustaba a ambos, y exprimió el jugo de unas cuantas naranjas, acompañado de tostadas y huevos revueltos que eran muy nutritivos y sentaban bien en la mañana. Luego de la reprimenda que ayer había recibido lo que menos podía hacer era alimentarse como correspondía.
Terminaba de acomodar todo en la barra, su lugar favorito para cualquier comida del día, cuando la puerta de entrada se abrió y el residente faltante ingresó.
La imagen de Henry entrando alteró sus nervios y provocó un cosquilleo en su estómago, sin hallar una razón que explicase la reacción inconsciente e incontrolable de su cuerpo. Vestía ropa deportiva y una gorra negra que siempre usaba cuando practicaba algún deporte; su pecho se movía agitado producto del ejercicio y su rostro, apenas perlado por el sudor, estaba volteado en su dirección.
Muy posiblemente estuviese buscando la respuesta a su presencia tan temprana rondando por la casa.
—Buenos días —saludó en voz baja algo inhibida aún. Los días que les precedían a sus discusiones siempre eran iguales de incómodos.
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En cuerpo y alma
RomansMargo Parryl se siente regocijada con la vida que lleva. A pesar de haber sido abandonada de bebé, encontró el amor en la maravillosa familia que la adoptó: sus padres y su hermano Henry son lo más preciado que tiene. En una época de cambios, donde...