—Has estado bastante distraída el día de hoy.
Habían terminado sus horas de pasantía y estaba recogiendo sus cosas cuando Clarise le había hablado. Sus palabras no fueron dichas en tono de enojo o reproche, quizás si con cierta preocupación, tanto por su persona y muy seguramente por su desempeño laboral también.
Suspiró. Estar dedicándole inconscientemente tantas horas de pensamiento a Henry terminaría por volverla loca. Lo que menos necesitaba ahora era perder el ritmo en el trabajo y la universidad. Todo lo contrario; los exámenes ya habían empezado y era su última semana como pasante. Cerró los ojos, puso su mente en blanco y enfrentó a la elegante mujer que era su jefa.
—Lo lamento —se disculpó primeramente—. Estoy lidiando con una... situación.
—Lo entiendo y no me entrometeré. Solo espero que puedas solucionarlo pronto.
—No se preocupe, me estoy encargando de ello.
—Bien —asintió—. Sabes, tienes mucho potencial Margo; eres joven, pronto obtendrás tu título y forjarás una carrera que será la envidia de muchos.
Aquel era quizás el mayor halago que le habían hecho desde que había empezado a trabajar en la editorial, y el solo hecho de que su jefa –y la jefa de todos- fuera quien lo hiciera, provocaba en su interior una mezcla de sentimientos que difícilmente podía describir: felicidad, miedo, incertidumbre.
Sus manos empezaron a cosquillearle, teniendo que apretar con fuerza la correa de su bolso para controlar el hormigueo y que no se convirtiera en temblor.
—Muchas gracias —atinó a decir humildemente.
—Por eso no quiero que te distraigas —sentenció no sin cierta dureza en sus palabras—. Cuando cruces la puerta de entrada mañana quiero que dejes todas tus inquietudes fuera; cuando salgas, si quieres, las recoges. Sé que es difícil, te lo dice alguien que también tuvo que aprenderlo, pero créeme será lo mejor. Espero sepas comprenderme y no lo tomes como algo personal. Busco lo mejor para ti y tu futuro.
Por supuesto que la comprendía y aunque sus palabras pudieran sonar duras y estrictas para cualquiera, ella estaba totalmente de acuerdo con su accionar. Admiraba a Clarise y cual niña soñaba ser como ella en algunos años, y sabía que si quería lograrlo debía seguir sus consejos. Separar el ámbito laboral del personal parecía tarea complicada pero era lo más recomendable.
Sobre todo para ella que últimamente lidiaba con muchas cuestiones que la traían patas para arriba.
—Eso haré —declaró.
Se despidió prontamente. Su jefa aún tenía un par de horas por delante en la editorial y ella debía alistarse para asistir a su último seminario. A pesar de ser lunes, en cuanto terminara la tarde tendría reunión con su profesor a cargo quien le daría las correcciones a su trabajo final, debido a un cambio improvisto de planes. Aún quedaban largas horas por delante y ya no tenía fuerzas suficientes para continuar.
Su cansancio no era físico sino mental, y eso era aún peor.
Almorzó algo rápido en la cafetería de la universidad y teniendo unos minutos extras aprovechó para pasar por la biblioteca a devolver unos libros y llevarse otros tantos solo por puro ocio; ya estaba cansada de textos de estudio, y hasta que su tutor no le diera el visto bueno a lo que tenía ya armado no planeaba esforzarse de más. Prefería avanzar lento pero a paso seguro. Tan solo faltaban los últimos retoques a la parte final y ya podría revisar todo con ojo escrutiñador.
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En cuerpo y alma
RomanceMargo Parryl se siente regocijada con la vida que lleva. A pesar de haber sido abandonada de bebé, encontró el amor en la maravillosa familia que la adoptó: sus padres y su hermano Henry son lo más preciado que tiene. En una época de cambios, donde...