Capítulo 21

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El último fin de semana de junio había sido el escogido para la pequeña aventura que llevarían a cabo. El clima que les había tocado parecía ser el mejor y más prometedor aun cuando todavía las temperaturas eran propias de la primavera y no tanto del verano. El lugar al que irían, Bournemouth, era una magnífica ciudad costera al suroeste de Londres al cual se podía llegar en pocas horas de viaje en coche.

Margo había investigado todo antes de salir: donde podrían alojarse, lugares para visitar, restaurantes para comer y había soñado despierta con las fotos de sus hermosas playas y su reconocido embarcadero.

Pero lo mejor de todo era que allí nadie podría reconocerlos y juzgarlos, y eso era lo que más expectativa generaba en ella, quien ya se encontraba ansiosa y emocionada por la travesía.

La música que sonaba en el coche la había preparado ella el día anterior en una pequeña memoria apta para el equipo de sonido del vehículo. Había creado variedad de carpetas con variedad de ritmos y géneros musicales todos destinados a que el sonido no fuera su acompañante en sus horas de viaje.

Patiente de Guns'n Roses sonaba melodiosamente mientras el viento que entraba por la ventanilla apenas abierta le despeinaba el cabello haciéndole cosquillas en el rostro. Silbó junto con la melodía y se perdió en los acordes de la guitarra acústica, mientras se sentía transportar a su destino que estaba a tan solo escasas millas de distancia.

Henry se unió a su improvisación de silbido y ambos entonaron las estrofas que siguieron de forma apasionada, como si estuvieran en un verdadero concierto y tuvieran que dar un gran espectáculo a su invisible público. Margo desentonaba bastante, y aunque Henry no era un gran cantante era en evidencia mucho mejor que ella.

Habían salido hacía más de una hora. Henry todavía llevaba el traje del trabajo, pero su corbata había pasado a mejor vida en el asiento trasero del coche. Margo también vestía como había asistido ese día a la editorial, pero notablemente se veía más informal que el hombre a su lado en saco y camisa. Pero ambos estaban ansiosos, y no querían perder tiempo en volver a casa y cambiarse antes de partir.

Las maletas las habían preparado la noche anterior junto con todos los preparativos previos a un viaje. Iban a ser tres días y dos noches, pero Margo había atiborrado su maleta roja con ropa en demasía y artículos que llevaría ''por las dudas''. Jamás se sabía lo que podía ocurrir e incluso hasta siendo friolenta había guardado su traje de baño por si daba la ocasión para usarlo.

Henry la había pasado a buscar apenas hubo salido del trabajo. El equipaje de los dos ya estaba cargado en el maletero y lo único que faltaba eran ellos dos dispuestos a iniciar su escapada romántica. Margo prácticamente había corrido hasta el coche aparcado con desesperación y ansiedad, rogándole a Henry que arrancara pronto. Quería llegar lo antes posible para así poder dejar que sus barreras se colapsaran a su alrededor.

—En media hora estaremos llegando —anunció mientras veía de reojo el GPS que había ayudado en el recorrido de la carretera—, cuando menos te des cuenta estaremos rodeados por la ciudad.

El camino era bastante recto, sin demasiadas vueltas y recovecos, y casi no habían tenido que tomar desvíos. A pesar de eso, la travesía había sido acompañada por paisajes diversos; ciudades, campos abiertos, bosques y pequeños pueblos que iban dejando atrás en su paso a medida que acortaban las millas hacia su destino. Margo se había deleitado observando todo desde la ventanilla, sin ahorrarse los comentarios cuando algo le llamaba la atención, o con el solo fin de sacar conversación y poder deleitarse con la ronca voz de Henry.

En cuerpo y almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora