Capítulo 5

31 2 0
                                    

A la semana siguiente las cosas se habían vuelto un tanto deferentes y en cierto grado más interesantes en la editorial. Margo ya no estaba sola en una oficina clasificando manuscritos, sino que su tutora le había dicho directamente que pase tiempo con ella de modo que pudiera aprender más la mecánica de todo el sitio, lo cual aceptó gustosa y entusiasta.

Se había convertido en la sombra de Joanne Morton, una mujer amante de su trabajo y que estaba dispuesta a enseñarle todo lo que estaba a su alcance y más. Trabajar de ese modo sí resultaba placentero.

—Perdón si la primera semana te envié a hacer otras cosas —se disculpó el primer día de aquella segunda semana—. Estaba algo colapsada y necesitaba acomodarme antes de que pudiera prestarte verdadera atención.

Margo le restó importancia sin querer inmiscuirse demasiado en los asuntos de quien era su superior a cargo. Después de todo ella estaba allí para hacer lo que le decían sin quejarse.

Joanne se encargaba de las propuestas que se enviaban por medio de la página oficial de la editorial. Allí, en una casilla de correo electrónica, llegaban regularmente muchas solicitudes con resúmenes y fragmentos de historias que esperaban obtener una respuesta positiva. Muchas veces esos sueños se volvían realidad; otras tantas, no.

—El proceso de elección es bastante sencillo —explicó mientras le mostraba a grandes rasgos la información que la editorial exigía a la hora de mandar propuestas—. Generalmente juzgamos a grandes rasgos si la historia que nos envían es de calidad o no. Analizamos la sintaxis y la estructura, si está bien escrita y redactada o si por el contrario es algo completamente ilegible. Te sorprendería saber los desastres que hemos recibido.

—Imagino que todo lo que pasa por esa primera selección no llega siempre al final —supuso—. ¿Cómo saben si una historia es rentable o no más allá de una buena escritura?

—Si notamos que el resumen y el primer capítulo de la historia son de buena madera generalmente solicitamos que nos envíen la historia completa —mencionó mostrando esta vez en la pantalla el formato en que enviaban esas historias más afortunadas—. Ahí es cuando el equipo comienza a trabajar en todo el manuscrito. Lo leen, lo estudian y lo clasifican si es apto o no. Como te mencioné antes, buscamos calidad, que efectivamente corresponda al género que escribieron y que cuenten una buena historia.

—Que sea algo que atrape y llame la atención. Algo que se venda.

—En principio funciona así —concedió Joanne—. Siempre estamos en busca de nuevos talentos, de algo novedoso y que conquiste al lector desde la primera frase. A veces esas historias llegan pero con inexperiencia. Si es algo que podemos pasar por alto, con la ayuda de nuestros editores sacamos adelante al escritor; en caso de que no, mencionamos sus puntos débiles y le recomendamos que los refuerce antes de volvernos a enviar una historia.

—No sabía que podían hacer eso.

—No todas las editoriales lo hacen. Muchas simplemente te dan la espalda sin una oportunidad.

Imaginaba que así funcionaba normalmente, después de todo se trataba de una empresa y estas siempre actuaban egoístamente... si alguien iba a perder, ellos no serían.

—La realidad es que el mundo de las editoriales puede ser algo cruel, ni la mitad de las novelas que nos llegan son publicadas, y por eso hoy en día la mayoría de los escritores prefiere autopublicarse.

Lo cual era bastante cierto y muy común de ver. Navegando por internet, redes sociales o plataformas de escritura era bastante común ver trabajos autopublicados. Margo, aficionaba a la literatura en general, muchas veces se había encontrado leyendo esas historias y en parte comprendía la postura de las editoriales: muchas de ellas no eran buenas; pero también las había magníficas obras literarias que no obtenían el reconocimiento que quizás merecían.

En cuerpo y almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora