A veces sentía como si su alma hubiese abandonado su cuerpo y éste solo fuese un recipiente vacío que solo se movía por propia inercia y no por un impulso que valiera la pena. Ese ''a veces'' había pasado a transformarse en una semana completa y no lograba recuperar su antiguo ánimo.
—¿Te sientes bien? —Joanne preguntó y ella sintió. Mentirosa—. ¿Quieres que vayamos por un café o un smoothie cuando salgamos?
Negó. No tenía ganas de eso ni de nada realmente.
—Tengo varios pendientes en mi casa, en otra ocasión será.
Joanne aceptó aunque se nota a leguas que no se tragaba sus palabras, pero era lo suficientemente sensata como para no inmiscuirse de más, y eso Margo lo agradecía de corazón. Los últimos días habían sido así y a decir verdad ya no se le ocurrían que excusas poner.
—Nos veremos el lunes —se despidió tomando sus cosas apresurada por salir del edificio.
Afuera el sol brillaba en lo alto del cielo y hacía un día hermoso que invitaba a disfrutarlo con paseos y helados. Pero a Margo no le incentivaba a nada. El trabajo no la distraía de sus pensamientos siendo viceversa su situación, y agradecía que Clarise no se hubiese cruzado con ella porque solo le habría ocasionado problemas y su mente ya no tenía capacidad para lidiar con más.
Suspiró y empezó el trayecto a la estación de metro.
Desde la conversación con Karen el domingo todo se había vuelto extraño y difuso a su alrededor. Sentía como si de golpe todo se hubiese desmoronado llevándosela a ella consigo sin siquiera darle tiempo a reaccionar. Y esa sensación la seguía persiguiendo sin descanso y por más que intentara alejarse siempre acababa por alcanzarla.
—Cuidado señorita, debería estar más atenta cuando camine.
Asintió al consejo del extraño con el que había chocado en las escaleras al metro, sabiendo que de igual modo su distracción no tenía solución cercana.
Cinco días habían pasado, y aún estaba como en estado de shock. No sabía si era por la verdad de la cual se había enterado o si por si ésta hubiese provenido de una persona a la cual empezaba a sentir realmente cercana. De lo único de lo que estaba segura es que ahora comprendía por qué se sentía tan bien con Karen... era su hermana y aunque ella no la reconociera, su cuerpo y su inconsciente de alguna forma sí.
A lo largo de su vida siempre había tenido claros sus intereses: su presente y futuro eran mucho más importantes y valiosos que su pasado. Jamás fue inconsciente acerca de sus verdaderas raíces, de que había sido una pequeña bebé abandonada que había encontrado cobijo en una familia que en verdad la quería. Había crecido con dos padres y un hermano adoptivos, pero eso no hacía que los amara menos ni ellos a ella.
De cualquier forma, y en cierta manera, la intriga le cosquilleaba los rincones de su mente e incluso en alguna ocasión se vio tentada a preguntar por quién había sido antes de su nombre Margo Parryl. ¿Qué había pasado con sus padres? ¿Habían muerto o la habían abandonado? ¿Tendría algún otro familiar vivo? ¿Alguien la reconocería en la calle si la veía?
Pero eran preguntas que no salían de su cabeza, siempre temerosa a pronunciarlas en voz alta y hacerlas realidad. Temerosa a la reacción que sus padres podrían tener ante su curiosidad y mismo de oír algo que tal vez no fuese del todo bueno.
En algún momento dejó de hacerse tantas cuestiones, enterró todo como si jamás hubiese existido y siguió adelante concentrándose en lo que realmente importaba.

ESTÁS LEYENDO
En cuerpo y alma
RomanceMargo Parryl se siente regocijada con la vida que lleva. A pesar de haber sido abandonada de bebé, encontró el amor en la maravillosa familia que la adoptó: sus padres y su hermano Henry son lo más preciado que tiene. En una época de cambios, donde...