Muchas veces podía resultar extraño cómo el tiempo jugaba con la perspectiva de uno... para Margo el paso de tres semanas no parecía ser mucho tiempo al mencionarlo en voz alta, pero cuando miraba en retrospectiva muchas cosas habían sucedido en ese lapso, algunas de forma tan rápida y otras tan sutilmente que no comprendía del todo que había ocurrido en el medio.
Todo empezó luego del episodio un tanto borroso y lleno de lagunas mentales que tuvo cuando enfermó debido al cansancio y estrés de su trabajo y el final de la facultad. A ciencia cierta no recordaba con exactitud los hechos de ese día: un instante estaba tomando una bebida caliente con Frank y en un parpadeo la imagen de Henry poniendo paños fríos en su frente se dibujaba en sus recuerdos. Lo que había sucedido en medio no lo tenía del todo claro. Conversaciones con sordas palabras y los ojos azules de su hermano; su dulce sonrisa y los cuidados que tuvo con ella durante dos días seguidos.
Cuando tuvo la suficiente energía para levantarse de la cama y la claridad ya instalada en su cabeza como para recordar con lucidez todo lo que sucedía a su alrededor fue cuando notó que las cosas habían cambiado. Conjeturó que había sido algo durante sus fiebres, pero no logró descubrir qué.
El mayor cambio fue en la actitud de Henry.
No sabría explicar con palabras qué era lo que había diferente en él puesto que no había una sola palabra que lograse englobar todo lo que sucedía. En cierta forma parecía más distante con ella pero al mismo tiempo se preocupaba el doble en su bienestar; ya no se mostraba tan bromista y conversador como era normalmente, pero con su mirada parecía querer transmitirle cosas que no lograba comprender. Porque sus ojos se habían vuelto más intensos y lograban inquietarla más de lo normal.
Le había preguntado en más de una ocasión si algo había ocurrido entre ellos... si había dicho o hecho algo para molestarlo, pero Henry siempre lo negaba, aludiendo que todo seguía como siempre. Margo sabía que estaba mintiendo y moría por saber la razón.
En el trabajo las cosas habían vuelto relativamente a la normalidad y eso en parte la tranquilizaba; una cosa menos en la que pensar le daba el respiro suficiente como para no colapsar su cabeza. Los preparativos para la apertura del concurso literario habían sido exitosos y preparados en tiempo y forma necesarios... Margo ya no tuvo que ir por toda la editorial repartiendo ordenes de Clarise y por ende había recuperado las miradas amistosas de todos sus compañeros. Su perfil bajo había regresado así como también sus tareas normales; no había más horas extras ni tampoco cansancios extremos que le bajaran las defensas provocándole fiebres.
—Te queda un mes de trabajo —mencionó Joanne mientras almorzaban. Ambas estaban sentadas en la barra de la cafetería para que Jim pudiera participar en los escasos minutos libres que tenía mientras atendía gente—, estoy demasiado segura de que serás tú la que obtenga el puesto.
—Es lo que más deseo, pero ciertamente me da pena por mis compañeros —admitió pensando en Oliver, Benjamin e incluso Charlie y todo el esfuerzo que ellos también debían estar haciendo—. Desde el inicio supe que sería un duro y largo recorrido, pero me cuesta aceptar la idea de que al final solo uno quedará mientras los otros tendrán que salir por la puerta y nunca más regresar.
No se había hecho amiga con ninguno de los tres como lo era con Joanne y sin embargo había podido entablar buenas relaciones con todos. Benjamin y Oliver habían sido los más fáciles de tratar y aunque algo reticentes al principio, ahora podía compartir con facilidad un escritorio e intercambiar ideas y puntos de vista al final de cada jornada. Lo habían hecho rutina varios días atrás y les servía a todos como una experiencia nueva de aprendizaje y nuevas experiencias.
Charlie, por supuesto y era de esperarse, había sido un hueso bastante más duro de roer.
Su relación no había comenzado con el pie derecho desde el inicio. Mientras Margo andaba inmersa en sus tareas básicas durante la primer semana, ella hacía alarde de estar bajo el cargo de Clarise Collins, la eminencia del lugar. No había tenido nada contra su compañera jamás, pero igualmente le molestaba la forma de ser que tenía, egocéntrica y petulante, pero sobre todo cuando se ensañaba con ella.
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En cuerpo y alma
RomanceMargo Parryl se siente regocijada con la vida que lleva. A pesar de haber sido abandonada de bebé, encontró el amor en la maravillosa familia que la adoptó: sus padres y su hermano Henry son lo más preciado que tiene. En una época de cambios, donde...