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—Te dije que si algo salía mal ella lo iba a pagar, Percy.

Trague la saliva, aunque minutos me arrepentí al sentir el dolor en mi cuello y la garganta por las quemaduras que me provocó Leo, sin querer.

—Yo... Fue un accidente, solo paso. —justifique con terror.

Él me miró a los ojos llenos de furia.

—Entonces será lo mismo para Estelle, solo pasará.

—Por favor, no le haga nada. Hice lo que me ordenó, destruí el prototipo de cura.

—Y te felicito, Percy. Aun así, las marcas en tu cuello indican que alguien estuvo a punto de descubrirte.

Oh no, Leo. Eso no, no podía permitir que le hiciera algo a Leo por mi culpa.

—Nadie. Nadie me descubrió, por que salí de ahí rápidamente.

Entrecerro sus ojos sin creerme, pero me mantuve firme.

—Bien, pero por ese pequeño descuido habrá un castigo.

Abrí los ojos con terror, no quería que Estelle tuviera ese castigo por mi culpa.

—Por favor, no le haga daño, es solo una niña. Ella...

Soltó una carcajada que me dejo desconcertado.

—Oh no, mi querido Percy. El castigo es para ti.

Oh mierda.

—Y comienza justo ahora.

Antes de que pudiera hacer algo, él se acercó a mi con rapidez y me tomó de mi brazo, para luego arrastrarme hacia el sótano de la casa.

Estaba en el piso arrodillado y sin mi camisa, mi cuerpo temblaba por la anticipación de lo que ocurriría en unos minutos. Tome aire y lo único que hacía era pensar en todos mis amigos, mi familia y Annie. Solo tenia que pensar en ello e iba a terminar todo en un santiamen.

—Voy a enseñarte que no debes equivocarte, nunca más Percy.

Solo atiné a cerrar los ojos cuando escuché el movimiento de algo largo que se acercaba a mi y entonces sentí el ardor en mi espalda por el impacto.

El latigazo golpeó mi espalda con fuerza y apreté los dientes para no gritar de dolor, solo quería que esta pesadilla terminara. Sentí otro golpe y la carcajada de él detrás mio mientras me castigaba.

Piensa en Annabeth, será mucho más fácil. Recordé todos aquellos momentos en los que pasé con mucha felicidad y amor. Los paseos nocturnos, el viaje con Blackjack y el nadar a media noche en el lago juntos.

Otro golpe, era el tercero.

Pensé en mi madre, Stelle, Paul, Tyson y papá. El día que lo pasamos genial como una familia, recuerdo que ese día Paul aún estaba nervioso por estar cerca de mi padre, sabiendo que era un dios, pero a pesar de eso se llevaron de lo mejor. Sus risas y las anécdotas que se contaban eran las mejores y su tiempo que preciado.

Cuatro.

Pensé en los chicos, en Leo, oh pobre nuestro duende latino. De verdad quería decirle todo lo que estaba pasando, sin embargo aunque quisiera, no podría, no por el momento. Tenía que confiar en que Leo me cubriría hasta que llegara el momento para decirle la verdad y me perdone, como yo le perdone a él.

Cinco.

Tomas (Cristian), Evan, Laura y Katherine, oh el tiempo que pase con ellos durante la universidad hasta el apocalipsis. Fueron muchas aventuras juntos y las bromas y risas que pasamos juntos siempre se guardarán en mi corazón.

El FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora