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[Percy]

—Tu hija, mi hermana... La diosa de la caza, Artemisa.

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—¡¡¡¿¿¿QUÉ???!!!

El grito que Zeus lanzó me dejó completamente sordo. Cerré mis ojos al notar el dolor de cabeza en aumentó. Segundos después escuché descargas eléctricas que rodeaban el lugar, Zeus estaba furioso y seguramente lleno de cólera.

—¿De qué estas hablando? —preguntó una desconcertada Hestia. Que parecía sin creerle.

Apolo suspiró y miró a todos los dioses, seguramente preparándose para lo peor.

—Yo tampoco me la creía hasta que lo escuché y lo vi con mis propios ojos y no sólo eso, Artemisa trabaja para Tártaro.

Eso si nadie se lo espero, menos yo. Había conocido a la diosa de la caza como una persona seria y tolerante, pero con odio a todos los hombres por que eran monstruos, pero todo eso cambió cuando me conoció a mi y ella misma admitió que era el único hombre que no era como los demás. Sino que era valiente, atrevido y leal ante todo.

Escuchar de Apolo que su propia hermana gemela sea la traidora del Olimpo no tiene mucho sentido al saber como es ella. La única de todos los doce Olímpicos que si tenía contacto con los semidioses y mortales, y que debes en cuando los ayudaba. Y de la que tenían que aprender más y ser respetuosos.

—¿Con Tártaro? —fue lo que yo pregunté sorprendido y segundos después me levanté del suelo para sorpresa de todos—. ¿Cómo es eso posible, Apolo?

Apolo me miraba con pena y tristeza, pero su rostro se volvió serio tras mi pregunta.

—Si quieren saber como paso todo esto, debo empezar por el inicio. Mucho antes que el experimento que volvió a todos en Nueva York en zombies vivientes. Siendo mortales o no.

—¿Cómo sucedió?

Apolo volvió a suspirar cansado y comenzó su relato.

—Todo pasó aquel día que visite a Artemisa...

«Ese día fui a visitar a mi hermana por una visión que tuve la noche pasada. Llegué ansioso junto a Meg para verla y hablar con ella sobre eso, que tuviera cuidado. Al final logramos verla, pero ya era demasiado tarde, para cuando pasamos para verla, le estaba dando la mano a un completo desconocido. El mismo encapuchado era Tártaro y a sus pies tenían a Thanatos encadenado, Tártaro al vernos allí sonrió y tomó la cadena que tenia preso a Thanatos para hacerlo desaparecer en humo. Solo quedo él y Artemisa, Tártaro ordenó que nos mataran por que habíamos visto mucho, sin embargo Artemisa todavía tenía bondad en su corazón e intervino y nos salvo, solo por unos minutos, ya que luego de haber salido de su bosque, unas sombras enviadas por Tártaro nos comenzaron a perseguir.

«Corrimos por todas partes con las últimas fuerzas que nos quedaban para escapar de ellos, al llegar a un claro los perdimos y seguimos nuestro camino directo a Nueva York para avisarle alguno sobre la amenaza que se cernia. Intentamos contactar con el Olimpo, pero parecía que las comunicaciones no servían y fue allí donde nos dimos cuenta de que la diosa Iris había sido capturada por Tártaro y sus sombras. No teníamos como comunicarnos, entonces pensamos que sería más fácil ir al campamento mestizo para hablar con Dionisio y Quirón. Sin embargo durante el camino hacia Long Island, ocurrió el accidente en Nueva York y todo fue un caos total. Perdonas corrían por sus vidas por que eran perseguidas por algo extraño, eran personas, pero a la vez no. Se miraban enfermas y allí recordé una de las películas que mire con Meg una de las veces que salí con ella a divertirme. Eran zombies vivientes y viendo todo eso, supimos que era demasiado tarde para avisarle a alguien y detener a Tártaro.

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