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Carter empezó con su relato, primero me nombró a Tártaro, de cómo lo atormentaba cuando podía, las cosas que le mostraba, lo que escuchaba, Carter nos vio morir más de veinte veces y eso no es nada lindo, esas eran las pesadillas que Tártaro de daba a Carter. Pero había una en especial que siempre se repetía una y otra vez. Como si quisiera advertimos de algo, algo que viene.

Carter comenzó a contar su pesadilla. En ella le mostraba como una batalla en Nueva York empezó, todo estaba destruido, muchos de nosotros ya no nos podíamos levantar, estábamos exhaustos y realmente cansados. Carter explica que hay una escena en particular que no deja de repetirse una y otra vez. Carter siempre mencionaba a Tártaro en su forma real, este peleaba contra nosotros, pero al final perdíamos, pero había algo que no estaba en los planes de Tártaro. Siempre, antes de que acabe con nosotros, una sombra siempre aparecía y nos salvaba, nunca mostraba su rostro, pero parecía una chica. Carter decía que ella siempre nos salvaba, pero ahí acababa el sueño, siendo repetido una y otra vez.

Luego de eso, vio a una persona en una celda de lo que es ahora el refugio, la persona se mira sentada en la camilla y con la cabeza gacha, mientras que los de afuera, le miran sin entender por qué lo hizo. Un incendio ocurrió en la enfermería, dos personas luchando entre tanto fuego, luego alguien lo ahorcaba con sus manos y de estas salían llamas, ese era sin duda alguna, Leo. Luego de eso, la persona apartó a Leo y se fue corriendo del lugar. Carter me decía que ambos sueños se repetían una y otra vez, cada que cerraba los ojos.

Pero había algo que lo tenía mal, el dice que cada vez que se quedaba solo, sentía como si alguien lo estuviera viendo, observando, pero sin hacer nada. Solamente sentía esa mirada, pero no cualquiera, era una malévola y llena de odio. Carter siempre sentía escalofríos en todo su cuerpo, e inconscientemente, todo en el temblaba. Al Carter finalizar su relato, este suspiró lleno de cansancio.

—¿Tú crees que estos sueños y esa mirada, signifiquen algo? —preguntó él, con algo de miedo en su voz.

Yo le miré, suspiré y luego hablé.

—Puede ser, ya que se repiten una y otra vez, deben de ser muy importantes, hay que estar atentos sobre ellos. Además de que ya no te volverás a quedar solo, Carter. Me tienes a mi y a los demás para que te ayudemos. ¿De acuerdo?

—Está bien, gracias Percy, por escucharme.

—No hay de que, Carter, para eso están los amigos.

—Tienes razón, buenas noches.

—Buenas noches, Carter.

Carter se acomodó en el lugar y a los segundos se quedó dormido, yo por otro lado seguía pensando en lo que él me había dicho y tenía miedo al igual que él, no sabiamos lo que nos esperaba.

Al día siguiente nos despertamos con muchas más energías, bueno ellos, por que yo seguía igual de mal, pero lo desimulaba bien, aunque habían miradas de mis amigos que me decían lo contrario. Pero aún así seguimos adelante. Teníamos que apurarnos, me quedaba poco tiempo. Rachel y todo el grupo salimos de la cueva en la que estábamos descansando y empezamos a ir rumbo a un lugar que tenga provisiones.

Entramos en un edificio de apartamentos, subimos por las escaleras hasta llegar a una sala, está estaba completamente destruida y llena de huecos y había un olor horrible. Entonces nos separamos y buscamos por todos lados para encontrar las provisiones y largamos de ahí lo antes posible. Fui hacia una habitación que estaba al fondo del lugar, observe por todo el lugar en busca de algo de alimentos y agua, pero por donde mirara, todo estaba sucio y destruido. Aún así seguí observando hasta encontrar una pequeña puerta, donde dentro se escuchaban unos pequeños sollozos, me pareció raro, ya que ahí había un completo silencio, además de que zombies rondaban por el lugar.

Así que me acerqué con cuidado, abrí la puerta con un poco de miedo, miedo de que me podría encontrar allí dentro, entonces la abrí completamente, pero al hacerlo, jamás me esperaba lo que encontré dentro. Allí cubierto con unas sábanas encontré a un pequeño bebé, se miraba de algunos meses, pero, estaba bien alimentada. Ese era uno de los otros  problemas, ¿quién la había alimentado todo este tiempo? No supe la respuesta de inmediato, pero lo que sí se, es que cuando él me miró, dejó de llorar y abrió los ojos grandes. Luego sonrió un poco y estiró sus manitas pequeñas hacia mí, era tan tierno y lindo. Quería salir de ahí, quería tomarme de mis dedos.

Acerqué mi mano hacia él y este tomó mi dedo y apretó, luego río un poco, era tan tierno de él, pero, la gran pregunta que me hacía era, ¿quién le había dejado ahí? Ignoré mis pensamientos por el momento, estiré mi otra mano y con ambas lo tomé por debajo de las axilas, y lo saqué con cuidado.

—Hey pequeño, ¿cómo te llamas? —él solamente sonrió, obviamente no me habló. Bueno, jamás lo sabre—. Eres tan lindo y tierno, ¿qué haces aquí solito, ah? —otra pregunta sin respuesta.

Todavía no le había crecido el cabello, pero lo que sí me llamó la atención, era que tenía mis mismos ojos, el mismo color verde mar, pensé por un momento, pero era completamente imposible, mi padre solamente tuvo dos, a menos, claro, de que fuera otra y que luego la olvidara. Pero aún así era muy lindo, tenía una pijama completa de color verde y su sonrisa era tan tierna. Entonces lo acerqué un poco a mi y lo abracé, en ese momento fue que él habló y señaló con su dedo detrás mío.

—Ma... Mamá...

Solamente eso pudo decir, me giré sobresaltado al escucharlo hablar, y más cuando menciono a su mamá. Entonces fue cuando la vi, una mujer de unos treinta años, estaba allí parada, viéndonos, pero había algo en ella que no cuadraba del todo. Estaba más sucia de lo normal y tenía muchas ojeras debajo de sus ojos y sus ojos... Eran negros como la noche, ella nos sonrió, al hacerlo, nos mostró unos colmillos y antes de que me diera cuenta, ella se lanzó sobre nosotros.

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