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5:50pm

Maisie Lee

Ya se habían ido Isaac y Mía a sus casas, conocer a Isaac fue lo mejor, el poco tiempo que habíamos compartido los tres nos habíamos vuelto amigos, Mía me dijo que le agradó y eso me pone muy feliz.

Antes de ir a la azotea como todos los días, tome mis medicamentos para reducir la frecuencia cardiaca y esta vez me pondría mi cánula para poder respirar mejor, ya que la última vez que fui no me lo puse, y debo admitir a que si me dolió un poco mis pulmones por el frío y el fuerte viento pero nada grave. Y por último una mascarilla.

Hablando un poco más sobre esta herramienta fundamental para los que sufren de EPOC, la razón de que no me guste las cánulas es que tienes que llevar a lado una maleta que es donde está el tanque de oxígeno, es algo molesto pero por suerte el mío al menos tiene ruedas, para que solo deba jalar de ella.

Me puse un suéter gris que tenía en mi armario para abrigarme, coloqué mi cánula en la entrada de mis fosas nasales y salí de mi habitación.

En el pasillo estaban a corriendo dos niños de unos 9 a 8 años jugando a las atrapadas, ver a esos niños felices me saco una sonrisa, son como pequeñas semillas que juntas crearán un hermoso jardín. Su imaginación, sus risas y su forma de ver el mundo es tan inocente como dulce, que hacen que mi corazón se encoja.

—Buenas tardes señor Adams, ¿cómo se encuentra?— dije al pasar por una habitación, viendo a un señor en una camilla.

—Hola Maisie, estoy bien gracias por preguntar— me regaló una sonrisa que yo correspondí de inmediato —¿otra vez a la azotea?— preguntó al ya conocerme muy bien.

—¿Qué puedo decir? es mi lugar favorito— al decir esto me miro con ternura. —Bueno, adiós señor Adams, espero que se recupere pronto— sonriendo y a punto de marchándome de ese lugar.

—Adiós niña, cuídate y gracias por el dibujo— se despidió con una voz un poco ronca.

Uno de mis pasatiempos es dar un dibujo a cada uno de los pacientes que llegan a este hospital, sean niños,adultos o adultos mayores, lo hago para que se sientan bien.
Y también sé pasar mi tiempo con ellos por qué aún que suene horrible, hay algunas familias que les vale un pepino cómo está un integrante de su familia y no lo van a visitar, pensando que de igual forma se va a curar y volverá a la casa como si nada, es una mierda, y lo peor es que si por azares del destino muere, se sienten tristes y culpables por no haberlo/a visitado.
Que puedo decir, así son las personas.

A veces nos toca perder a alguien para darnos cuenta del valor que tenía en tu vida.

Seguí con mi camino, dirigiéndome a la azotea, solo me faltaban las malditas escaleras, que no eran pocas, las bajadas eran algo cansadas, pero las subidas eran todo un desafío, así que las subidas no eran mis favoritas, súmale más el peso del tanque de oxígeno de mi cánula, aunque no permitiría que eso me detuviera.

Inhale profundamente —aquí voy— y exhalé pesadamente.

Me detuve como unas cinco veces para recuperar el aliento perdido, pero al fin de cuentas pude llegar a mi objetivo. Agarre la manija de la azotea y al abrir un fuerte viento azotó mi cara, haciendo que soltara un pequeño estornudo, menos mal que si me puse un suéter, al parecer el otoño se adelantó este año.

Me acerqué a una esquina de la azotea para tener mejor vista del atardecer, es la mejor parte de mi día, al ver esa vista me hace sentir menos encerrada y un poco más libre, si se preguntan ¿cómo se siente estar encerrada por 13 años, recibiendo medicamentos, revisiones, oxigenoterapia y demás?, debo decir que con el paso del tiempo te aburres al principio pero luego te acostumbras, aunque yo solo espero a la muerte, todo lo que hago es solo atrasarlo y es algo inevitable que nos pasará a todos.

Pero a diferencia de los demás, mi tiempo está contado, el siguiente Febrero que venga es probable que muera, ya que el tiempo de mis pulmones y mi corazón se están acabando y por eso necesito otros nuevos, aunque dudo mucho que lo consiga esta vez, pero por ahora cada día que pase mi corazón y mis pulmones irán fallando de poco a poco. Y por eso es importante que no salga del hospital, en cualquier momento pueden colapsar cualquiera de mis dos órganos enfermos y necesite atención médica.

La vida tiene diferentes capítulos, cargados de varias emociones.
Un mal capítulo no significa el final de la historia, pero se me está acabando la tinta.

No le conté a Isaac sobre mi tiempo de existencia, solo un poco de mi vida y cuáles eran mis enfermedades, ya tengo a muchas personas triste por mi condición y no quiero hacerle sentir mal a otra que ya tiene mucho por que lidiar.

Hablando de Isaac me da algo de gracia pensar que Mía quería que pasara algo entre él y yo, y al final resultó ser gay y tener novio, no me molesta nada de eso, al contrarío estoy feliz de que haya encontrado el amor y la felicidad sin importar qué.

El Sol se estaba ocultando, haciendo que sus pocos rayos que le quedaban, coloren las nubes de un rosa suave y un naranja fuerte.

No me cansaría de esto jamás.

Mientras veía atenta hacia al frente, escuché unas risas provenientes de la calle así que baje la mirada, encontrándome con una pareja riéndose y dándose un beso, de repente se me cruzó por la mente, ¿qué pasaría si tuviera a alguien que se interesaría en mí?

Probablemente recibir algún pequeño detalle de su parte a cada rato, tendríamos muchas citas, nos hablaríamos con mucha cursilería, nos tomaríamos de la mano, daría mi primer beso, pero sobre todo, no estaría sola el día de San Valentín. ¡Hurra! ¿Se nota el sarcasmo?

—¿Para que me ilusiono?— hablando sola.





Todo el cielo se oscureció mostrando sus pequeñas estrellas que brillaban junto a las luces de las casas y edificios de la ciudad de Portland, regalando otra perfecta vista para nuestra Maisie, quien sentía que no necesitaba nada más en su vida que estuviera en el hospital. Aunque en el fondo sabía que no era cierto y tenía un hueco en su corazón que nunca sería llenado.






O tal vez si.

My SunflowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora