35

21 14 0
                                    

Lunes, 30 de Septiembre del 2006;
8:30 am

Maisie Lee

A pasado el tiempo, para algunos rápido para otros lento, pero este sigue su curso.

Mi cuerpo se había puesto más pálido y gris, por lo que ahora con el maquillaje era algo dificultoso de ocultar.

Durante todos estos días que habían pasado, Cris y yo nos habíamos acercado más, no sé que somos en realidad. Nunca lo hemos hablado.

Se acuerdan de Colón, no tengo idea de como, pero Mike logro ese día meterlo a mi habitación, después de haberse despedido de nosotros.
Lo cuide, alimente y le di su propia cama, compuesta por una canasta y una sábana abrigable para el frío.

Si me pongo a pensar en todas las cosas que hice en este tiempo, son muchas las que me sacan de mi zona de confort.

El 11 de septiembre:

Cafetería, Cris me había convencido de ir de alguna manera. Comí mi primer croissant, fue delicioso, luego me compró un "capuchino", un tipo de café más dulce, estaba en la duda.

Me lo trajo y dentro de la taza había un dibujo de un girasol utilizando la espuma, Cris tenían una notas musicales.

—Wow.

—No todas las obras de arte están en museos.

—¿Así?— pregunté incrédula.

—Si, por ejemplo, hoy estoy en presencia de una.

Estaba claro que se refería a las tazas con dibujos, no di ninguna palabra, en cambio le regale una pequeña sonrisa de respuesta a lo que él correspondió para luego preparar el capuchino agregando mucha canela y una cucharada de azúcar.

—Vamos, pruébalo.

—Ahora mi cerebro esta en un debate de lo que elija.

—Entonces no pienses mucho las cosas... solo hazlo.

Poco persuadida accedí.

El pequeño sorbo que tome fue suficiente para ver a Cris, abrí los ojos como platos.

¡¿Esto era café?!

Lo dudaba, su sabor era dulce y espumoso. Debía ser la canela y el azúcar.

—¿Y?

—Necesitamos venir más seguido.

Cris rió suavemente. —Tienes, tienes un poco de... de... espera yo te ayudo.

—...

De la mesa agarro una servilleta y la acercó a la comisura de mi labio, pasándola con delicadeza. —Tenías un poco de espuma.

—Gra-gracias.

Había veces cuando no lo veía por una temporada a causa de sus estudios, así que manteníamos el contacto a través de mensajes.

Algo que siempre hacía en dichos mensajes era que cada día, sin falta, enviaba uno de esos emoticones de buenos días, buenas tarde o buenas noches.







El 15 de septiembre:

—Bienvenida a "Portland Saturday Market". Aquí puedes encontrar cualquier chuchería que se te ocurra. Es una mini feria de pequeños productos.

Había muchas personas a mi alrededor, tantas manualidades realizadas cuidadosamente, las luces decorando los cielos, variedad de comida que invadía mis fosas nasales, la emoción de familias pasando un tiempo unidas.
Todo en tan solo un instante.

—¿Algo que te guste chica torpe?

¿Cuando será el día que me cambiará la etiqueta?
¿Será que él ya lo tomo como apodo?

Atónita contesté. —Deslumbrada por todo, es imposible decir que solo una cosa me gustaba. Gracias por traerme aquí.— Le regale una sonrisa sincera, pero Cris enarco una ceja.

—¿Qué? ¿Pensabas que solo veníamos a ver? No Maisie, esto recién empieza.— Me tomo de la muñeca y me guío hacia la primera carpa  que teníamos al frente.

Al final del día me había comprado una manilla hecha con hilos morados, amarillos y rosados, una mermelada de mora y un libro pequeño.





El 19 de septiembre:

Me encontraba en la salida de emergencias, apoyándome en la puerta.

Cris, ya te dije que este día no puedo salir, solo mira esas nubes.— indiqué el color de estas, prediciendo que va a llover. —Además, mi mamá ya casi descubre sobre mi salida en la feria, tendré que bajar sospechas primero antes de volver a intentarlo.

—Vine preparado— dio dos palmadas a la mochila grande que cargaba en la espalda.

Mostré una expresión de confusión.
—¿Preparado? ¿Preparado para qu...

No termine de formular la pregunta cuando Cris me tomo del brazo y me llevo adentro.

—¿Estas loco? ¿Si te ven y te atrapan? Ya estás en la lista roja.— Susurré preocupada, mientras iba detrás de él siendo sujetada aún del brazo.

Al escucharme, Cris se dio la vuelta y me miró arrugando la nariz, desconcertado. —¿Lista roja? ¿Cómo la de Santa?— se rio en silencio, pero yo aún no le encontraba la gracia. —¿Es cómo la lista negra o algo así?

—Esto es serio, Cris. Puede ser peligroso.

—Maisie, mi existencia ya es un peligro para la sociedad... simplemente comparto mis desastres contigo.

No sabía que responder, bueno tampoco es como si me diera tiempo para hacerlo.

—Vamos.— Volvió a llevarme a quien sabe dónde.












Continuará...

My SunflowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora