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Lunes, 30 de Septiembre del 2006;
5:00 pm

Maisie Lee

¿Qué es la belleza?

Pregúntense mil veces esta pregunta y si aún no lo han entendido, pregúntense unas mil más.

Muchos dirían que es una chica que tenga 90-60-90. Rostro fino, labios carnosos y con unos ojos verdes u azules.
En el otro género, los mismos, cambiando por músculos y cabello perfecto.

Esa es en el caso del ser humano.

Otros piensan capturarla en un paisaje, objeto, pintura u fotografía.

Esas son dos definiciones a la belleza.
Los estándares para alcanzar la belleza.
Las expectativas de la sociedad a la belleza.
Y todo cubierto por un mar de inseguridades.

"Pensé nunca alcanzaría un gramo de esa belleza, hasta que me entregaron la verdad definición"

A nuestro alrededor solo existía pasto y algunos árboles. Habíamos dejado Portland.

Llegaremos en cualquier momento.

—¿Nos perdimos?— pregunté.

—No, claro que no— lanzó nerviosamente.

—Nos perdimos— afirmé.

—Ya te dije que no.

Sus manos temblaban al volante y miraba cómo loco de un lado para otro, no podía haber sido más obvio.

Sin embargo, no estaba enojada, verlo en ese estado, tan nervioso e inquieto, pretendiendo que tenía todo bajo control solo para que yo no estuviera igual o peor que él, me dio ternura y gracia.

Merodeamos por la carretera por unos veinte minutos más.

En un punto detuvo el auto y su cabeza golpeó contra el volante, asustándome sin duda. —Si.... Si nos perdimos.

Lo sabía.

Di unas pequeñas risas por el acierto que di.

El ojiverde me miró por una pequeña abertura que existía entre su brazo y el volante. —¿De qué te ríes?

—No estoy riéndome— viré mi cabeza por donde estaba el vidrio para ocultar mis sonidos de risas, pero al parecer no funcionó.

—Esos ruidos pequeños que estas haciendo se llaman risas, se hacen cuando te pareció divertido algo, pero ahora no le encuentro la gracia a la situación, por eso te preguntaré otra vez. ¿De qué te ríes?—levanto poco la mirada, se veía desanimado y muy apagado. Todo lo contrario de lo que me había mostrado estos días.

—Solo que... Nunca se me había pasado por la cabeza empezar así la semana.— lo dije en forma de broma, pero al parecer él lo tomo de la otra mala perspectiva.

Volvió a tirar su cabeza en el volante, siendo ocultado por este mismo y sus brazos. —Perdón, lo último que deseaba era arruinar este día y ahora tal vez la sorpresa ya se haya ido. Este día tenía que ser perfecto.

¿Cómo una sorpresa se puede ir?

Lo note más triste, como si el mundo se le había caído casi de encima. Sabía que ahora me tocaba darle mis palabras.

—Cris, no necesito sorpresas, ni romper la ley, tampoco viajar a más de una hora en carro. ¿En serio tenemos que hacer todo eso para disfrutar de la vida?
Solo déjame estar veinte minutos contigo y se convierte en un día perfecto. No necesitas gastar por...

—Vales la pena— se incorporó del asiento rápidamente. —Y gastaría más si con eso obtengo una parte de ti.

¿Qué?

My SunflowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora