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Lunes, 10 de Septiembre del 2006;
9: 03 am

Maisie Lee

Cris envió un mensaje avisándome que llegaría pronto a la salida de emergencia, no tengo idea de qué estará planeando esta vez, solo tengo entendido que va a ser algo fuera de mi zona de confort.
Y mientras tanto, me distraía dibujando algunos pasillos del hospital o doctores que no se movieran mucho.

—Hola.

Alce la mirada de mi libreta, topándome con un niño que no parecía pasar de los seis a siete años, tenía puesto una bata de paciente y sostenía en su rostro una hermosa sonrisa.

—Hola— contesté.

—Me llamo Charlie, ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Maisie.

El infante me miro confundido y se animó a saciar su duda.

— ¿Qué es lo que traes en la nariz? — sonando con pura curiosidad, dio a continuación otra pregunta. — ¿No te duele?

Toqué el aparato y me dispuse a darle a entender lo que era.

—Se llama cánula, es un artefacto que me ayuda a respirar mejor y más que un dolor, da cosquillas. — expliqué.

— ¿No puedes respirar bien? ¿Por eso estas en el hospital?

Pensé en una forma de declararle al inocente niño mi desgraciada situación.

—Digamos que mis pulmones son muy perezosos y eso hace que muchas veces no les guste trabajar, y mi corazón es exageradamente miedoso, ya que siempre que lo asustes el latirá como loco. —durante la explicación realizaba caras chistosas a lo que el pequeño se rió.

Ese esa mi objetivo y me puso feliz haberlo logrado.

Pero entonces, Charlie me dio la pregunta más difícil de responder.
—Y cuando tus pulmones ya no sean perezosos y tu corazón sea valiente, ¿te curaras?

La realidad es tan cruel para muchos que es mejor mentir en alguna ocasiones, para sostener su felicidad por un tiempo más.

—Si. — rápidamente desvié el tema de mi enfermedad. — ¿Y tú Charlie? Pareces un niño muy sano. ¿Por qué estás en el hospital?

—Oh, no estoy muy seguro, me siento muy bien, pero mamá me sigue llevando por muchos hospitales, aun así que le digo que no es necesario.

—Bueno, tendrá sus razones.

— ¡Charlie! — grito una mujer que estaba a unos metros de nosotros.

—Me tengo que ir, fue un gusto conocerte Maisie.

—A mí también Charlie.— sonreí, mientras lo veía alejándose con la cual seguramente era su madre.

Mi visión pasó al viejo reloj en la pared, que me avisaba que Cris estaría en poco tiempo en la puerta de emergencia a lo que me apresuré en llegar allí.


























...






















¿Y bien...?

—¿Ah?— andaba algo distraída en ese momento que no le había puesto atención a Cris, mi mente era invadida por la pequeña platica del infante con el que me había topado. —Perdón, ¿qué decías?

Cris solo esbozó una sonrisa.

—Llevamos prácticamente diez minutos afuera del hospital y el único que a estado hablando durante esos diez minutos fui yo.

—Perdón, mi mente está en otro sitio.— me excusé.

—Tranquila. ¿Pasó algo?— preguntó.

—Nada malo. ¿Que decías antes?

—Te proponía caminar y hacer el juego de preguntas y respuestas hasta que lleguemos a nuestro destino.

Me gusto la idea, era perfecto para conocernos de una mejor forma, a lo que acepté. —Si, me gustaría.

Cris se acercó para agarrarme de la mano y empezar a caminar.

No diré que no estuve nerviosa, por qué si lo estoy, tengo poca experiencia en esto del contacto físico con los hombres o al menos con el que estoy intentando algo. ¿Eso explicaría por qué con Isaac no me comporto de esta manera?. 
No estoy muy segura.

—Pido la palabra— lo escuche decir, a lo que yo asentí como respuesta. —¿Cuál es tu color favorito?

Lo mire confundida, ¿y quién no lo haría? La primera pregunta que me dice fue ¿cuál es tu color favorito?
Ok, Cris definitivamente no es como nadie que conozca, otros lo primero que preguntan es la edad, la altura, sus pasatiempos, a que se dedica o su nombre completo.
No, para Cris se le hace más importante el color favorito de alguien.

—Amarillo— respondí extrañada.

—¿De allí el amor por los girasoles?— dio su segunda pregunta.

—Supongo que no es solo eso, su significado en varios países, su belleza, que transmite, su forma, su comportamiento al sol...— me detuve por un instante por que sentía que estaba hablando demasiado a lo que decidí preguntarle ahora a él. —¿Perros o gatos?

Yo también podía dar ese tipos de preguntas.

—Perros y por mucho, ¿Y a ti?

—Bueno...— lo pensé, pero sinceramente no encontraba ni uno ni otro defecto o contra. —Los dos me agradan, aunque si tuviera que elegir en una mascota, debo admitir que adoraría tener un hámster.

—¿Y por qué no lo tienes?

—Digamos que los animales no son muy bien bienvenidos a los hospitales.

Debí de haberlo molestado, pues mi tono por accidente salió algo sarcástico, la respuesta que me dio fue muy corta y su mirada bajó al suelo.

—Si, claro.

Le seguí la acción con la mirada baja, sintiéndome una tonta por no tener cuidado en como digo algo.

Caminamos por unas calles sin decirnos nada, a lo que yo me estaba muriendo en mis adentros, por el horrible silencio que era conectado por pequeños sonidos de la calle.

¿Lo hice sentir mal?

Sin darme cuenta nos detuvimos en frente de una tienda. Alce la mirada para leer de que se trataba, pero fue suficiente eso para quedarme pasmada.

"Tienda de mascotas"

—Tendremos un hámster— habló alegre, mientras yo lo veía impáctala aún. —Y lo llamaremos Colón.

Pensé que todo era parte de una broma a lo que yo le seguí el juego.

—¿Qué? ¿Cómo Cristobal Colón? ¿El que descubrió América?

Empecé a reírme a carcajadas, pero después de ver que el semblante de Cris era algo seria, me sorprendí un poco.

—¿Estas hablando enserio?

¿Quién rayos pondría a su hámster de nombre Colón?

—Oh, muy enserio señorita Lee.— dijo llevándome a la entrada de la tienda.

Eso significa que...

¡¿Hablaba en serio lo de comprar un hámster?!


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