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La chica de ayer:

~*~

Abrió la puerta y comprobó que no estaba cerrada con llave tal y como la había dejado al salir de paseo con Kuma, y eso solo podía significar una cosa: por primera vez, en las dos semanas que llevaban viviendo en Cleveland, Estados Unidos, había salido del trabajo antes de las nueve. Se permitió albergar la leve esperanza de que aquel horario pasara de ser una excepción a conformar la norma, porque no le estaba resultando nada fácil adaptarse a su nueva vida, y el tener que pasarse el día entero sola no ayudaba precisamente.

Kuma corrió al interior de la casa, directo a la cocina, en concreto a su comedero. El muy iluso siempre comprobaba que no se hubiera llenado mágicamente de comida en su ausencia. Lo oyó beber agua, seguro que para llenar el vacío de la desilusión, aunque tal vez estaba sediento debido a las carreras que se había metido en el parque con ese tal Darwin. Le había gustado ver a su mascota tan contento y relacionándose tan bien con otro de los de su especie, ambos debían comenzar a expandir los horizontes de sus amistades, porque las dos últimas semanas se las habían pasado prácticamente solos codo con codo y aquello comenzaba a ser demasiado exclusivo para su gusto.

Se quitó los zapatos antes de entrar, colgó su abrigo y su gorro en el perchero que habían colocado justo a la entrada de la casa y dejo sus zapatos en el suelo a un lado de este donde habían un par de zapatos más grandes que los de ella. Se revolvió un poco el pelo, siempre se le quedaba apelmazado cuando lo encerraba entre lana demasiado tiempo. Se asomó al salón con la esperanza de encontrarlo allí, pero estaba tan vacío como cuando se habían marchado.

"¿Kai?," optó por llamarlo para salir de dudas sin necesidad de recorrer hasta el último rincón de la casa.

Nada. Silencio. Qué extraño. ¿No había cerrado la puerta con llave al salir? Volvió a la entrada y miró al suelo y en definitiva vió sus zapatos junto a los suyos, se acercó a la ventana y escudriñó la calle hasta localizar su coche. Suspiró pesadamente tras sumar dos y dos, porque el cuatro no le gustó nada, y subió por las escaleras, directa a la habitación que el chico estaba convirtiendo en su despacho dentro de casa. A Kuma le costó un poco trepar tal cantidad de peldaños, pero enseguida se puso a su altura y, de hecho, fue el que entró primero en la estancia; ella se apoyó en el marco de la puerta. Su novio estaba sentado frente al escritorio, aporreando las teclas de su ordenador portátil con los malditos cascos puestos, así que no iba a oírla, pero lo intentó de todos modos.

"Kuma y yo hemos desarticulado un comando de narcotraficantes nosotros solitos," comenzó a hablar acercándose con lentitud. "Y después, al volver, hemos reducido a un ratero que intentaba robarle a una anciana. Deberías ver cómo Kuma le ha dejado el tobillo. El domingo el alcalde nos entrega la estrella al valor en el ayuntamiento; naturalmente, estás invitado."

Nada. Continuaba escribiendo aquello tan importante, ajeno a todo lo demás, como si no hubiera tenido tiempo de hacerlo en las catorce horas diarias que pasaba en el bufete. Le quitó uno de los cascos, sobresaltándolo, no había otra forma de hacerlo.

"Jennie, no te he oído llegar," señaló el chico mientras apagaba el iPod y se quitaba el otro casco.

Se fijó en que aún tenía el pelo húmedo: se le veía de una tonalidad castaña mucho más oscura que de normal, señal de que había llegado hacía poco a casa. Siempre saltaba a la ducha nada más entrar por la puerta. Llevaba puesta una sudadera gris de la SNU y la verdad era que para ella estaba mucho más guapo así que con los trajes que vestía cada día para acudir a su trabajo. Había empezado a odiarlos un poquito, desde hacía un tiempo se habían convertido en su competencia más feroz a la hora de atraer la atención del chico.

Destiny : Diario de Jennie Kim 《Jenlisa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora