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IT'S THE END OF THE WORLD:

~*~

Para el ojo inexperto y del resto de pasajeros del vuelo A319 con origen Cleveland, su destino final era el Aeropuerto Internacional de Incheon, en Seúl, Corea del Sur. ¿Para ella? El puto fin del mundo tal y como lo conocía hasta entonces, muchas gracias por preguntar. Perdía su vista por la ventanilla intentando ignorar aquella desagradable sensación, como volver a tener diecisiete años a los veintiséis, y un «ya verás cuando se lo diga a mi padre...», terriblemente angustioso, alojado a todo confort en el rincón más privilegiado de su mente consciente. Es que era bastante ridículo y, aun así, lo estaba viviendo a lo grande y recreándose en cada pequeño detalle.

«Vamos a matar a appa».

Al principio, eso de exterminar a su progenitor con aquellas buenas nuevas iba un poco en plan de broma, una expresión que usaba al hablarlo con Lisa y con Seok-jin porque a los dos les gustaba el dramatismo, pero a medida que Cleveland se quedaba atrás mientras Seúl se aproximaba, ella reflexionaba profundamente acerca del verdadero potencial letal de las noticias que cargaba a sus espaldas, y aquella expresión cada vez se le antojaba menos graciosa y más inquietante.

«Appa, he dejado a Kai». Madre mía. Ya podía ir pensando en la corona de flores, la encargaría justo antes del sepelio para que al menos estuviesen frescas.

«Appa, Kai y yo lo hemos dejado». Le quitaba parte de culpa, desde luego, y repartida al cincuenta por ciento disminuía su porción de responsabilidad en su deceso.

«Appa, Kai y yo ya no estamos juntos». Así, en abstracto, apelando a agentes externos, circunstancias de la vida, y allí no había culpables, solo víctimas. Una lástima, pero hay que seguir adelante.

Para.

Para, Kim, porque estar rumiando sobre el mismo tema todo el viaje no va a facilitarte nada y es una pérdida de tiempo.

Y lo era, una gigantesca pérdida de tiempo, y como plus la hacía sentir muy disgustada. Empecinarse en aquel curso de acción era un maldito sinsentido, así que guiaría su embarcación hacia aguas más cálidas, y seguro que el resto del viaje sería más placentero.

«Cálidas», «placentero». Así que automáticamente se acordó de Lisa, porque así funcionaban sus conexiones neuronales y porque la veterinaria disfrutaba de un lugar privilegiado entre sus temas favoritos de reflexión. ¿Cuánto tiempo podía haberse pasado la noche anterior mirando aquella cara mientras dormía? Mucho, por lo menos hasta que ella también se rindió al sueño. Y por la mañana ya no quedaba ni rastro de la Lisa agotada, pero todas sus demás versiones le encantaban de igual forma, así que ya volverían a encontrarse en un futuro.

«Vas a llorar seguro y, aun así, todo va a ir bien», eso le había dicho Lisa justo antes de que tuviera que embarcar. La muy imbécil le había regalado un paquete de pañuelos, envuelto y todo, y le pidió que no lo abriese hasta estar en el avión, por eso no había podido pegarle por ser tan gilipollas y se había limitado a sonreír como una tonta. Eso conseguía siempre la veterinaria, hacerla sentir mejor.

Se le aceleró el sistema nervioso al completo cuando dijeron por megafonía que en diez minutos tomarían tierra en el Aeropuerto Internacional de Incheon y guardó el libro de Misery en su bolso. No había podido avanzar mucho con eso de imaginarse el óbito de su padre en todos los tamaños y colores, veinte páginas a lo sumo, pero lo que había leído no estaba mal. Tenía que darle las gracias a Lisa por introducirla en un mundo maravilloso de sexo lésbico y novelas de Stephen King.

Destiny : Diario de Jennie Kim 《Jenlisa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora