HUNGRY EYES:
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Un par de alumnos fuman un porro durante el recreo del viernes y el claustro entero de profesores termina acudiendo al centro el sábado por la mañana, convocados de urgencia por el director del instituto. La ley de la causa y el efecto aplicada a la enseñanza, o una putada, porque a nadie le gusta madrugar el fin de semana. Y es que aquellos dos inconscientes podían haber esperado a la salida, la verdad, pero miss Isaac Putón, o su compañera Leslie, les había sorprendido en plena maniobra en los baños del patio, porque le tocaba guardia de recreo ese día y se había corrido la voz a la velocidad de la luz hasta llegar a oídos del señor McMahon. Resultado: «Reunión urgente para tratar la normativa del centro en torno a sustancias estupefacientes dentro del perímetro», y casi se estaba durmiendo, porque la noche anterior Rosé y ella se habían quedado hasta tarde haciendo una maratón de las películas de Bridget Jones y, en su momento, le había parecido una idea genial y le habían hecho mucha gracia. Dio un sorbo a su café tratando de mantenerse en vigilia; desde esa nueva perspectiva, aquella ocurrencia ya no parecía tan inteligente.
Habían pasado diez días desde el miércoles, desde su conversación con Kai y la visita a la veterinaria de madrugada en busca de refugio ante su inmenso malestar emocional. Simplemente el estar con ella cambiaba su visión de las cosas y el mundo no parecía tan horrible cuando Lisa la acariciaba. Aun así, la veterinaria le había dicho que respetaría cualquier cosa que necesitara hacer y, desde aquella primera noche, había dormido en casa de Rosé y no había vuelto a hablar con Kai, al menos no cara a cara. El chico le había escrito informándola de que se iba unos días a Corea, a lo mejor él también necesitaba tiempo para asentarlo todo, había bastante que procesar.
Le había pedido a Lisa un poco más de paciencia y seguro que ya era abusar, pero ella había cedido igual, y básicamente le había dejado elegir el ritmo con el que se sintiera más cómoda. Se habían visto casi todos los días, aunque durante mucho menos tiempo al que estaban acostumbradas, y ella había iniciado la búsqueda de piso porque no podía quedarse en casa de Rosé eternamente. Y le había preocupado un poco que Lisa pudiera proponerle que se quedara en su casa, pero la veterinaria no lo hizo, de hecho, cuando la informó del inicio de su búsqueda le pareció que desde un principio había dado por sentado que ese sería el curso natural que iban a seguir. Como si para ella aquel ritmo también fuera el más cómodo. Y, mierda, es que la veterinaria lo decía a todas horas y para referirse a las cosas más intrascendentemente estúpidas, pero parecía que las grandes mentes sí que pensaban igual.
Y algo había cambiado con Lisa, era aquella nueva sensación de legitimidad cada vez que se besaban. La llevaba a querer hacerlo continuamente, más o menos como antes, pero sin el nubarrón de «el jueves» ensombreciéndolas todo se veía mucho más claro. Más de una semana manteniendo las distancias y empezaba a sentir que alargarlo sería exagerar. ¿Seguía afectándole la ruptura con Kai? Sí, pero es que emocionalmente llevaban separados tanto tiempo que casi había empezado a cicatrizar antes de abrirse, y su atracción hacia todo lo que era Lisa en su conjunto terminaba de convencerla. Necesitaban aclararlo y aclararse, Kai ya no estaba y estaban ellas, pero ¿dónde? ¿En qué punto? ¿Y cuánto querían avanzar desde allí?
Y el alarmantemente alto número de veces que se acordaba de su sesión subida de tono con Lisa en el acuario convertían en más que obvio su deseo de avanzar con ella en una dirección en concreto. Si es que hasta sintió un escalofrío intensamente agradable recorrer todas sus terminaciones nerviosas al recordar la forma en que la veterinaria la besaba mientras colaba una pierna entre las suyas. Se removió en la silla, incómoda, porque no debería estar evocando recuerdos de aquel tipo en mitad de una reunión con el resto del profesorado. No era apropiado, pero es que parecía que su mente tenía vida propia y un sentido atrofiado de lo conveniente. Y había estado pensando en aquella noche como en la ideal para provocar otra de esas ocasiones, sin interrupciones esta vez, tenía un plan y todo, podría llamarse una cita: cena fuera las dos solas, paseo con Darwin y Kuma y terminar en casa de Lisa, morderle el cuello de una vez y dejarse llevar hacia donde la veterinaria quisiera. Porque ella lo quería todo, en serio. Perfectamente planeado, hasta que Jisoo y Rosé propusieron salir por la noche a cenar las cuatro y de cervezas. Lisa le había preguntado que si le apetecía y ella le había dicho que sí. ¿Cuál era la alternativa? ¿Decirle que lo que en realidad quería era una cita con ella para que después le hiciera de todo? Pues a lo mejor sí, pero no se había atrevido a ser tan sincera, y al final salían con Jisoo y Rosé aquella noche.
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Destiny : Diario de Jennie Kim 《Jenlisa》
Teen FictionUna pequeña obsesión surge en Lisa tras hallar en su cabaña de campamento, el diario de una tal Jennie Kim. Y conforme vaya conociendo a Jennie a traves de sus paginas, a sus quince años surge un primer enamoramiento. Lamentablemente, Jennie ya no s...