Epílogo

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EL DIARIO DE JENNIE KIM:

~*~

"Darwin, siéntate."

Lisa se lo ordenó a su perro como requisito para lanzarle la pelota y el border collie obedeció de inmediato. No le impresionaba demasiado, la verdad, desde que lo conoció, el perro de su novia había sido uno de los más educados que había visto en su vida.

"Kuma, siéntate."

La veterinaria fue un paso más allá y, en cuanto el culo de Darwin se pegó al suelo, le pidió lo mismo a su pomerania. Kuma no la decepcionó y acató la orden casi tan rápido como su colega mayor. Se le escapó una sonrisa al percatarse de lo que vendría a continuación.

"Dylan, siéntate."

El niño lo hizo de inmediato, en fila con sus compañeros caninos, y además estaba sonriendo, enseñando hasta el último de sus pequeños dientecillos. Le encantaba jugar a la pelota con Darwin y con Kuma, y la veterinaria le trataba como a uno más, porque era un poco idiota y le hacía gracia.

"¿Preparados? ¿Listos?" Lisa los tentó y cuando Dylan soltó una risita impaciente, ella tuvo que sonreír de nuevo mientras el corazón se le hacía pudding en el interior de su caja torácica. "¡Ya!" lo exclamó a la vez que lanzaba la pelota lo más lejos posible.

Darwin y Kuma salieron tras el juguete como almas que lleva el diablo, pero a Dylan le costó un poco más eso de levantarse del suelo y para cuando quiso echar a correr tras los perros estos estaban de vuelta y acercándose a toda velocidad. Hacia él. Así que soltó un grito y decidió cambiar de dirección, dirigiéndose hacia Lisa lo más rápido que pudo, con los brazos extendidos y suplicando «Súbeme».

Y mientras Lisa lo ponía a salvo, tomándolo en brazos, ella contemplaba la escena completamente inmersa en aquella sensación de «es todo lo que he querido durante toda mi vida», porque podría pasársela entera en aquel parque así. Simplemente así. No necesitaba nada más. Y, aunque no tuviera ninguna gana, les dejaría un par de carreritas más y tendrían que ir pensando en regresar a casa. A pesar de que era viernes, tenían horarios que cumplir y el sol ya se estaba poniendo. Los atardeceres en el parque Edgewater eran bastante alucinantes, por eso les gustaba visitarlo a aquellas horas.

"Dos lanzamientos más y nos vamos, Lisa," anunció, la veterinaria se giró para poder mirarla, con Dylan en brazos.

"Jennie «aguafiestas» Kim," señaló y volvió a darle la espalda dispuesta a aprovechar ese par de lanzamientos extras.

En fin.

Cinco minutos después, mientras Lisa recuperaba la pelota, ella estaba agachada frente a Dylan colocándole su chaqueta, porque ya no iba a correr más y no quería que se quedase frío. Le subió la cremallera hasta arriba mientras el pequeño jugueteaba con su pelo, enredando mechones castaños entre sus minúsculos dedos y tarareando una canción que ella no terminó de reconocer. Solo Dios sabía de dónde se la habría sacado.

"Joder, quien haya perdido esto debe de estar muy cabreado ahora mismo," escuchó a Lisa, levantó la vista y la localizó agachada justo en el punto en que había quedado abandonada la pelota.

"No digas la palabra con «j» cuando esté Dylan delante," se lo recordó.

Y se acercó a ella con el pequeño de la mano, porque eso de recoger desperdicios del suelo tampoco era un modelado adecuado para un niño de tres años, pero le había picado la curiosidad. Llegaron a su altura, Dylan se soltó de su mano para aferrarse al cuello de la veterinaria tratando de subirse a su espalda y a ella se le paralizó el interior, de golpe y al completo.

Destiny : Diario de Jennie Kim 《Jenlisa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora