Capítulo 12

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CAPÍTULO 12

Sebastian's POV:

Después de limpiar todas nuestras huellas dactilares en la casa de Colton, los chicos y yo volvimos a la casa de los padres de Harry y yo tomé una fría dicha, preparándome mentalmente para ir a ver a Holly. Las novias de mis amigos (incluida Mercy) habían llegado y la música hacía retumbar cada una de las ventanas que habían en la casa. Caminé por el pasillo sin camisa y cerré la puerta de mi habitación con fuerza, diciéndoles de esa manera a un grupo de chicas que estaban afirmadas en la pared del frente que no estaba interesado en este preciso instante.

Encendí la luz y una pequeña sonrisa tironeó de mis labios al ver el pequeño mosaico. Mi pared estaba casi llena de fotografías de Holly y yo, de esa tarde cuando fuimos a la feria de diversiones. Mientras me brochaba los botones de mi camisa, miré las fotos, ansioso por ir hasta su casa y pasar un buen rato con ella. Apliqué un poco de perfume en mi cuello y salí de allí, tomando las llaves de mi coche y mi campera.

Bajé raudamente la escalera e ignoré a mis amigos que me hablaron desde distintas partes de la primera planta. A grandes zancadas me encaminé hasta mi coche y deslicé mi cuerpo en el interior, cerrando la puerta con más fuerza de lo que debía. En cuanto introduje la llave en el contacto, las luces delanteras se encendieron y pude ver que a unos pocos metros de distancia se encontraba Harry besando a Mercy con demasiada efusividad. El motor rugió, llamando la atención del rizado y cuando nuestros ojos se encontraron, una de sus manos se apartó del trasero de la chica y me alzó el dedo medio día despegarse de los labios de su ligue.

—Pedazo de idiota... —farfullé y comencé a conducir en reversa.

Viajé las pocas millas que me separaban de la casa de Holly en completo silencio y cuando ingresé por el camino de maleza que ella me enseñó, ya eran casi las dos de la madrugada. Detuve el coche frente a su casa y me bajé, cerrando la puerta con cuidado. Todas las luces estaban apagadas y la única iluminación que se veía era de la caseta del guardia a varios metros de distancia.

Escondí las manos en los bolsillos de mi chaqueta y caminé por el camino de pequeñas piedras, oyendo el constante sonido que producían mis pisadas. Presioné la clave de seguridad que Holly me había dicho y entré, con sumo cuidado.

Gracias a la luz de la luna que atravesaba los ventanales, logré visualizar mi camino, siendo recibido por la mascota de Jackson. Admiré los cuadros familiares, deteniéndome un segundo en una fotografía en particular donde Holly y Paul sonreían a la cámara. Miré a mi alrededor y saqué la foto del cuadro, guardándola en el bolsillo interno de mi chaqueta. Recorrí la casa en silencio, subiendo la escalera de la misma manera.

Después de cerciorarme que Jackson dormía, fui hasta la habitación de Holly y entré, cerrando la puerta a mi espalda. Encendí la luz y la admiré a la distancia, deteniendo mis ojos un momento en su largo cabello que se extendía por la almohada. Su rostro demostraba paz y su hombro desnudo brillaba bajo la tenue luz.

Revisé sus cosas, acariciando los muebles que posiblemente ella acariciaba, olfateé sus perfumes y la ropa que estaba sobre la silla, inundando mis fosas nasales con su exquisito aroma; una mezcla de lavanda y miel.

Me quité la chaqueta y dejé en el mismo lugar donde estaban sus pertenencias. Con ayuda de mis pies, me deshice de mis zapatos y me acerqué a la cama, agarrando el edredón para deslizarlo fuera de su cuerpo. Su pijama era pequeño. Consistía en un corto short y una camiseta blanca que se adhería a su piel de la misma manera en que mis manos querían adherirse.

Deslicé la punta de mis dedos por sus piernas, subiendo hasta su muslo derecho. Ella despertó.

—Hola... —la saludé en un susurro ronco. No era capaz de tragar saliva. Mi garganta se había secado.

Obsession | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora