CAPÍTULO 34
Jack ingresó al baño y cerró la puerta con cuidado, conteniendo la respiración como si aquello hiciera que las bisagras no sonaran. Activó el pestillo y se alejó dos pasos antes de dejar sus pulmones libres. Sentía el miedo mezclarse con su sangre entre las venas. Podía oír claramente el llanto ahogado de su madre y un montón de risas provenientes de la planta baja. Tenía miedo.
Si bien, era el más pequeño de la familia Grant, sabía que esos chicos que estaban abajo eran capaces de muchas cosas. Habían decapitado a su perro y lo habían lanzado dentro de su casa sin importarles que el animal no tuviera culpa alguna. ¿Por qué las personas eran tan malas?, pensaba Jack, mirando la manilla de la puerta, escuchando las voces ensordecedoras.
Se secó los ojos que habían comenzado a lagrimear con el dorso de sus manos y puso su plan en marcha. Con cuidado de no caerse entre la penumbra, corrió la cortina del baño y la luz de la luna que se colaba por la pequeña ventana ingresó al cuarto de baño haciéndolo lucir más tétrico de lo que alguna vez imaginó. Se subió a la bañera y abrió la ventana con sumo cuidado. Había hecho esa misma acción un millón de veces, pero nunca antes había sentido tanto miedo como en ese momento. Había saltado la pequeña altura que separaba la ventana del baño con el techo del cobertizo un sinfín de veces y en ese momento se sentía como la primera vez. Aquella vez que pensó se rompería las piernas.
Dio un pequeño salto e impulsó su cuerpo hasta que estuvo con una pierna fuera del cuarto. Se sentó sobre el marco de la ventana, con ambas piernas hacia afuera y se deslizó hasta que sus pies tocaron el techo del cobertizo. La noche estaba tranquila; las estrellas adornaban el cielo, siendo únicas espectadoras de la pesadilla que estaban viviendo en su casa.
Rodeó el cobertizo y con sigilo bajó al garaje, escabulléndose de inmediato entre la oscuridad que lo rodeaba. Caminó en cuclillas al pasar frente a la puerta del garaje. Alcanzó a esconderse entre las sombras del coche cuando un chico delgado caminaba frente al garaje, a unos cuantos pasos del coche donde él se estaba ocultado.
Anthony sacó un cigarrillo del paquete que traía consigo y lo encendió, dándole una larga calada. Se agachó en cuchillas frente al garaje y se dedicó a fumar en completo silencio, intentando oír algo más que no fuera la risa burlona de Harry que venía desde el interior de la casa. Odiaba estar perdiéndose toda la diversión al estar ahí, vigilando que nadie viniera. Odiaba aquella autoridad que Harry se daba él mismo, creyéndose el cuento del jefe del grupo cuando en realidad todos eran iguales ahí.
Aplastó el filtro del cigarro contra el suelo y miró por sobre su hombro de forma rápida cuando oyó un ruido a sus espaldas. Se colocó de pie y de inmediato su mano derecha fue a parar hasta su espalda, sus dedos tomando la pistola en caso de cualquier cosa.
—Quién mierda anda ahí. —escupió, acercándose a pasos lentos.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo ver a un niño dentro del interior del coche. Corrió para poder abrir la puerta y sacarlo de ahí pero el chiquillo fue más astuto y rápido, logrando cerrar todas las puertas con el seguro de niños.
—Abre la maldita puerta —ordenó Anthony, apuñando la pistola en su palma. El niño se negó—. ¡Abre la puerta, mierda!
El pánico paralizó a Jackson por un par de segundos. Lo único que pudo hacer antes de romper en nervios fue activar el seguro para niños. Los gritos de aquel chico se veían silenciados levemente por los vidrios, pero sin lugar a dudas, los vidrios del auto de su madre no soportarían el impacto de las balas de aquella pistola.
No había salida de ahí. E hizo lo primero que se le ocurrió.
Jack sabía que estaba completamente mal lo que haría, pero aun así se arriesgó. Sacó la copia de las llaves que su mamá guardaba en el auto y la introdujo en el contacto, el motor rugiendo de inmediato. Tuvo que deslizarse un poco en el asiento para que sus pies tocaran los pedales y saltó un pequeño grito ahogado cuando el coche retrocedió.
Anthony soltó un par de palabrotas y sin importarle una mierda, se plantó frente al coche y comenzó a disparar. A la mierda ese chiquillo, si tenía que agujerarle la maldita cabeza lo haría.
El sonido de las balas perforando el cristal frontal del coche hizo que Jack soltara un chillido. Anthony se plantó frente al auto, sin dejar de disparar y entonces sucedió.
Jack presionó el acelerador y el coche de Elyssa impactó el cuerpo de Anthony contra la pared, aplastándolo y quitarle cualquier aliento de vida.
Los siguientes segundos fueron de un shock completo. Jack apagó el motor y se quedó ahí, conteniendo la respiración, sus ojos bien abiertos y empañados de lágrimas miraban el cuerpo inerte del muchacho que estaba sobre el auto. ¿Realmente él estaba muerto?
Jack estaba aterrado y no quería salir del coche. ¿Qué le iba a decir a su hermana cuando la volviera a ver? Se pasó las manos por los ojos y respiró profundo; Holly no lo iba a retar. Él podía ser pequeño, pero se había dado cuenta que lo único que quería hacerle ese chico extraño era hacerle daño. Sólo se había defendido.
Mordiéndose el labio inferior, Jack buscó el teléfono que su madre siempre guardaba en la guantera y llamó al servicio de emergencias antes de que esos extraños le hicieran a sus padres y a su hermana lo mismo que le habían hecho a Káiser.
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Obsession | Sebastian Stan
Fanfiction𝗢𝗕𝗦𝗘𝗦𝗦𝗜𝗢𝗡 | ADAPTACIÓN Ella sólo quería enamorarse de un chico dulce y de buena familia. Él sólo dijo mentiras para conseguir lo que quería. Cuando Holly conoció a Sebastian, se vio atraída inmediatamente por su atractivo físico. Él, se...