Capítulo 19

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CAPÍTULO 19

No one's point of view.

Paul se desabrochó el primer botón de su camisa antes de poder bajarse de su coche. Aquel había sido un terrible día de trabajo en la oficina. Había tenido algunos problemas con los últimos planos para la construcción de un nuevo rascacielos en el centro de la ciudad. Pero mirándolo por el lado bueno (porque él siempre lo hacía), uno de sus compañeros de trabajo había encontrado información sobre Sebastian Stan.

A escondidas de su hija, Paul se había dado el trabajo de investigar al chico. Fue una tarea difícil, por eso tuvo que recurrir a sus contactos, pero Ángelo DiMarco era un excelente abogado y sólo tuvo que mover un par de cartas para conseguir cierta información. Información sabrosa que, de no haberla leído desde los expedientes, no lo habría creído.

Paul desconfiaba de Sebastian. Él desconfiada porque no creía que hubiera tanta maravilla reunida en un solo chico como lo había presentado Holly aquel día que lo invitaron a cenar a su casa. El problema estaba en que nada de lo que Sebastian le había dicho a su hija era verdad.

Paul no quería que su pequeña niña saliera lastimada de todo eso, pero era inevitable. Si él le contaba toda la verdad, el odio que Holly sentía por él crecería. Por otro lado, si no le decía nada, Holly se ilusionaría mucho más y el golpe que recibiría sería mucho más fuerte.

El hombre suspiró y cerró la puerta de su auto, cargando su maletín. Debía hablarlo con Elyssa; ella sabría qué hacer en ese momento, ella sabría cómo decirle a Holly para que no se lo tomara tan mal. Él quería que Holly supiera todo eso antes de que las cosas se arreglaran entre Sebastian y ella. Paul sabía que ese chico no era alguien bueno y su hija estaba cegada por el enamoramiento para darse cuenta.

Él no quería ser el malo de toda esa historia, pero si debía serlo por el bienestar de su hija, tomaría el papel con gusto.

Paul Grant marcó la clave numérica en la puerta y la misma se abrió con un sonido molesto. Ingresó a su casa, agradeciendo el aire acondicionado que había allí adentro. La temperatura afuera alcanzaba casi los treinta y cinco grados.

—¿Hay alguien en casa? —preguntó él desde la entrada sin obtener respuesta.

El señor Grant dejó el maletín sobre el sofá y se quitó el saco, dejándolo en el mismo lugar. A lo lejos, podía escuchar la risa de Holly y una gota de alivio se deslizó por su frente al darse cuenta de que ella estaba en casa y no fuera junto a ese chico de mala muerte.

Siguió el ruido con una pequeña sonrisa en el rostro. A medida que avanzaba, escuchaba el chapotear del agua; su familia debía estar dándose un merecido chapuzón en la piscina.

Pero aquella tranquilidad y esa sonrisa genuina desaparecieron de su rostro al ver a su hija en la piscina. Junto a Sebastian. Una cólera inmensa denominó el razonamiento del hombre al ver cómo ese chico abrazaba y besaba el cuello de su hija. En un momento, ambas miradas se encontraron y Sebastian sonrió de una manera tan maligna que Paul sintió que se estaba burlando de él. Los dientes del hombre rechinaron.

Elyssa, que había estado bajo una sombrilla leyendo una revista de modas, alzó la mirada —¡Mi amor!

Ella se colocó de pie y se acercó a su marido para darle un cariñoso beso de bienvenida, ignorando el malestar que ensombrecía los ojos grises de Paul.

—¿Qué rayos está haciendo él aquí? —susurró entre dientes el señor Grant— Pensé haber dejado claro que no quería verlo más en mi casa.

—¿Prefieres que Holly te engañe y salga a escondidas para verlo? Tú estableciste las normas, mi amor.

Obsession | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora