Capítulo 15

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CAPÍTULO 15

—¿Quieres venir a casa conmigo ahora?

Alcé la mirada de mi casillero encontrándome con la sonrisa amigable de Francis. Él recargó su cuerpo sobre la pared y alzó las cejas mientras acomodaba una de las correas de su mochila en el hombro.

Las clases habían pasado de forma lenta, pero gracias a Dios todo había terminado. Estuve con sueño toda la jornada, bostezando a escondidas para que los maestros no me descubrieran y me dijeran esos comentarios tan perspicaces suyos, tales como: "veo que mi clase es muy aburrida para alguien como usted, señorita Grant", porque sí, ellos ya me lo habían dicho en muchas ocasiones.

Tomé mi libro y mi cuaderno de español antes de cerra la puerta de mi casillero y colocar toda mi atención en Francis. Guardé los cuadernos en el interior de mi mochila antes de decirle:

—No puedo —en cuanto las palabras abandonaron mi boca, él hizo un mohín que me hizo reír—. Lo siento, pero Sebastian vendrá por mí ahora. Además, papá y Elyssa llegaron está mañana y quiero verlos.

—Pero a ellos los puedes ver todos los días.

—A ti también te veo todos los días, Francis.

Él fingió una tos —Creo que me estoy enfermando otra vez y no me verás por largas semanas.

—No seas tonto —lo empujé suavemente y comencé a caminar hasta la salida siendo seguida por él.

—Oh, vamos Holly, ¿no puedes decirle a Romeo que vaya a tu casa en la tarde? Tu papá y Elyssa lo adoran, no creo que haya problema en que vaya a la casa.

Arrugué mi nariz y de pronto, pude ver un bombillo encenderse en el interior de mi cabeza.

—¿Qué tal si esta tarde vamos juntos a ver a Mercy? —ofrecí, obteniendo como respuesta una mirada dudosa— Ella no ha venido a clases y me estoy preocupando. No es normal que ella esté faltando tanto.

Bajamos las escaleras en completo silencio hasta llegar a la acera, donde tenía que esperar a Sebastian. Miré hacia todos lados, pero no pude encontrar su coche por ninguna parte y una pequeña parte de mí se decayó. Había pensado que cuando pusiera un pie fuera de la escuela, su rostro y su sonrisa serían lo primero que vería como las veces anteriores.

—¿Puedo decirte algo, Holly?

Volví la mirada hasta el rubio frente a mí y asentí —Por supuesto, ¿qué sucedes?

Sus ojos verdes me miraron con demasiada intensidad haciéndome sentir realmente pequeña e indefensa. Él se removió, incómodo y yo sólo pude fruncir el ceño, preguntándole de esa manera qué era tan difícil como para decírmelo.

Francis era un chico dulce y encantador que me ofreció su amistad cuando llegué de Texas. Él era como un libro abierto, fácil de leer, pero en este momento, su forma de mirar me resultaba extraña. Quizá, no de una mala manera, pero era extraña, al fin y al cabo.

—Tú sabes que yo te quiero mucho, ¿verdad?

—Sí...

—Y que eres una de mis mejores amigas. ¿Verdad que lo sabes? —volvió a preguntar y yo asentí. Su mano viajó hasta mi hombro y dio un suave apretón—. También sabes que yo me preocupo mucho por ti, ¿cierto?

—Lo sé, pero... ¿qué quieres decir con todo esto? No te entiendo, Francis.

Él dejó salir un suspiro tembloroso y su rostro cambió a una expresión tortuosa, como su le costara decir sus pensamientos en voz alta.

Obsession | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora