CAPÍTULO 24
Los días siguientes pasaron sin mayores inconvenientes. Sebastian pasó de llamarme veinte veces al día asolo dos con suerte. A veces me enviaba mensajes de texto, recordándome cuánto me quería y me extrañaba. Los primeros mensajes los leía, pero cuando estuve realmente convencida de que sus mensajes me hacían daño, dejé de leerlos y los eliminaba directamente.
Mercy me llamaba por teléfono también y cada vez que yo estaba en línea en Facebook, me hablaba preguntándome por qué no respondía sus llamadas. Sin que yo le preguntara, ella me dijo que estaba enferma, pero yo no sé si debo creerle. No le respondí ninguno de los mensajes que me enviaba porque me costaba creer cuánta hipocresía podía haber en una sola chica.
Mil preguntas rondaban por mi cabeza, pero no podía encontrarles respuestas. Quería saber cuánto tiempo Mercy y Sebastian llevaban acostándose, pero pronunciar las palabras en voz alta me causaba escalofríos. Era desgarrador el hecho de saber que a la chica que yo consideraba mi mejor amiga se había acostado con el chico del cual yo estaba enamorada. Era repugnante el hecho de que Sebastian, diciéndome que me quería, unos minutos después fuera a tocar a Mercy con las mismas manos que me había tocado a mí.
No quería preguntarme por qué él lo había hecho. Me daba miedo las posibles respuestas que mi subconsciente podía formular. Había leído suficientes libros donde los chicos eran unos completos patanes con sus novias, pero nunca llegué a pensar que la realidad iba a superar con creces la ficción. ¿Y si él comenzó a acostarse con Mercy porque yo no lo hice desde un principio? Esa era una posibilidad, pero dejaría a Sebastian como un poco hombre, básico y cruel.
Solté un suspiro y parpadeé varias veces para salir de mi ensoñación al oír la voz de Jack. Él estaba parado frente a mí, sosteniendo el control de su PlayStation.
—¿Qué? —pregunté, sabiendo que él me había estado hablando.
—Te estaba preguntando su quieres jugar conmigo —me dijo, sus labios creando un puchero—. Es aburrido jugar solo.
—Está bien. —dije. Dejé a un lado la revista que había estado leyendo y me coloqué de pie. Me senté a un lado de Jack en el suelo, sobre unos cojines y recibí el control que él me tendía— ¿Qué debo hacer?
—Matar a los zombis —señaló—. Con la equis disparas, con el círculo corres y el cuadrado saltas.
Hice una mueca, mirando el control y asentí. No entendía absolutamente nada, pero para mantener mi mente ocupada haría cualquier cosa. Estos días he pensado sólo mierda y he llorado lo suficiente como para seguir sumergiéndome en mi propia desgracia. Me dolía el hecho de que mi novio y mi mejor amiga me vieran la cara de estúpida, pero como había dicho mi madre: la vida continúa. Y eso era lo que iba a hacer; seguir viviendo.
Me costó tomarle el hilo al juego, pero luego de unos minutos me sentía un arma de matar zombis junto a mi hermano pequeño. Nos pasamos la siguiente media hora jugando y riendo por las veces que yo fallaba. Estaba pasando un excelente rato junto a Jackson hasta que llegó ella. Si yo hubiera sabido que ella era la que estaba tocando la puerta, jamás habría dejado que Elyssa abriera la puerta.
—Hola, Holly.
Le indiqué a Jackson que pusiera pausa al juego y alcé la mirada encontrándome con Mercy. La sonrisa que curvaba sus labios titubeó hasta desaparecer por completo al ver mi rostro de mala leche. Era impresionante el hecho de que ver a una persona podía cambiar tu estado de ánimo por completo.
—He estado llamándote...
—Lo sé. —respondí de manera seca.
—¿Por qué no has respondido?
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Obsession | Sebastian Stan
Hayran Kurgu𝗢𝗕𝗦𝗘𝗦𝗦𝗜𝗢𝗡 | ADAPTACIÓN Ella sólo quería enamorarse de un chico dulce y de buena familia. Él sólo dijo mentiras para conseguir lo que quería. Cuando Holly conoció a Sebastian, se vio atraída inmediatamente por su atractivo físico. Él, se...