Capítulo 32

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CAPÍTULO 32

—Mantén la linterna apagada. —ordenó Paul, acercándose a Elyssa. Debía mantenerse tranquilo, estaba luchando contra el terror que le producía imaginar que aquel grupo de delincuentes ingresara y lograra dañar a su familia— No quiero que nos vean.

Si bien, las ventanas eran blindadas, sólo era cuestión de tiempo para que lograran entrar y antes de que algo les sucediera, Paul tenía que asegurarse de que la policía llegara. Buscó de manera rápida su teléfono celular y maldijo al recordar que lo había olvidado dentro del coche de Charles. Maldijo en su interior y tomó una larga respiración, escuchando los gritos y risas que se oían desde afuera.

El timbre volvió a sonar con insistencia y una risa casi demente se escuchó detrás de la puerta.

—Tenemos que entrar, viejo —habló Anthony, tratando de manera fallida abrir una de las ventanas—. Aquí no conseguiremos una mierda.

—Ve a ver al garaje —habló Sebastian. Su voz sonaba baja pero demandante—. Allí puedes encontrar algo que puede servir.

Anthony corrió hasta donde le había indicado Sebastian y, con ayuda de la linterna de su teléfono, recorrió el garaje. Revisó una caja de herramientas, una mesa con cosas inservibles hasta que vio un hacha colgada en la pared y su rostro se dividió en una sonrisa. La tomó y salió, regresando a donde se encontraban sus amigos.

—Hazte a un lado, estúpido. —ordenó, empujando a Chris que en ese momento estaba molestando a la familia, tocando el timbre sin parar.

Anthony apagó la linterna y guardó el teléfono de vuelta en el bolsillo de su pantalón antes de empuñar el mango del hacha con sus dos manos y lanzarla con fuerza contra la puerta. La puerta emitió un ruido molesto. Anthony apartó el hacha y volvió a estamparla, repitiendo la acción un par de veces hasta que un agujero se formó en la madera.

Sonriendo por su logro, él introdujo la mano para poder desactivar el seguro y abrir la puerta, pero un objeto punzante se enterró en el dorso de su mano, haciéndolo gritar de dolor.

Vio su mano y se horrorizó al ver un pequeño cuchillo, parecido a un bisturí, enterrado en el dorso de su mano.

—Oh, mierda, oh santa mierda... —balbuceó, sin poder creer que tenía un cuchillo enterrado en su mano. Intentó quitarlo, pero Chris lo detuvo.

—No lo hagas, idiota. Puede haber perforado una vena y si lo quitas comenzará la hemorragia.

Anthony respiró profundo, intentando tranquilizarse y asintió cuando Liam le dijo que lo mejor era llevarlo al hospital. Ambos se fueron, haciendo oídos sordos a lo que Harry gritaba, diciéndoles que eran unos buenos para nada y sólo habían ido a joder ahí.

—Me cansé de esta mierda —escupió Harry, cabreado—. Tom, ve a buscar alguna forma para que entremos. Yo intentaré abrir esta mierda.

El chico de ojos azules asintió y se alejó trotando, rodeando la gran casa y sonriendo levemente al ver una escalera de emergencia al otro lado.

Holly se agachó en cuchillas y tomó el rostro de su hermano menor. Jack se encontraba sentado en la cama, con los ojos bien abiertos y la respiración totalmente agitada. Estaba aterrado y por más que intentaba no pensar en cosas malas, su mente recreaba un sinfín de escenarios sangrientos donde ellos eran los principales protagonistas.

—Tranquilo, ¿sí? —susurró Holly, intentando esconder su propio miedo— Nada nos va a pasar aquí.

El niño cerró los ojos y por un instante, la imagen de su perro decapitado apareció en su memoria, haciéndolo sollozar. Balbuceó el nombre de su mejor amigo que ya no existía y a Holly se le estrujó el corazón. Compartió una mirada triste con Mercy, quien se encontraba en una de las esquinas de la habitación, y se levantó para abrazar a su hermano y consolarlo. Ella sabía mejor que nadie cuánto amaba Jack a ese perro. Su padre se lo había regalado cuando apenas era un cachorro y habían pasado años juntos, sólo los dos, viviendo aventuras inolvidables que iban a quedar para siempre en la memoria de su hermano menor.

Jack se apartó de su hermana y se pasó las manos por los ojos, obedeciéndole a Holly cuando ella le decía que debía respirar profundo.

Abrió los ojos y la respiración se le atascó en la garganta al ver una silueta humana al otro lado de la ventana.

—Holly... —susurró. Cuando obtuvo la atención de su hermana, señaló la ventana con su mano, totalmente asustado.

Holly giró mirar qué era lo que Jack le estaba indicando y soltó un chillido al ver el cuerpo de un chico al otro lado de la ventana. Miró alrededor de su habitación y sin pensarlo mucho, dejándose llevar por la adrenalina y el miedo, actuó de inmediato; tomó la silla de su tocador por el respaldo y se acercó a la ventana con cuidado. Sin importarle quebrar el vidrio, empujó hacia adelante, haciendo que las patas de la silla quebraran el vidrio y las mismas empujaran el cuerpo fuera de ahí.

Tom sintió un dolor punzante en toda su espalda cuando impactó contra el suelo. Afortunadamente, había caído sobre la tierra húmeda por el sereno de la noche y no había sufrido mayores daños que aquél fuerte golpe en su espalda.

Holly se acercó con cuidado a observar por la ventana rota, viendo como el chico al cual había empujado se estaba colocando de pie. Dejó la silla en el suelo y fue en ese mismo momento, cuando las patas tocaron la alfombra, que un fuerte estruendo se oyó y todo el alboroto que había estado fuera de su casa, se escuchaba ahora, en el interior.

Ellos habían logrado entrar.

Nota: no quiero dar falsas esperanzas, pero posiblemente está semana termine de publicar la historia, así que espero disfruten las actualizaciones seguidas y que sea como disculpa por tardarme siglos en actualizar. Besos los tqm<3

Obsession | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora