Epílogo

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EPÍLOGO

—¿Señorita Grant?

Sostuve con fuerza la manta que cubría mi cuerpo y miré hacia el lado, encontrándome con un oficial. Tuve la intención de rodar los ojos pero me contuve por el simple hecho de que estaba frente a una autoridad. Pero lamentablemente yo no tenía ganas de responder las mismas preguntas una vez más. Ya había venido un oficial a realizar un montón de preguntas, ¿cuál era la necesidad de que otro oficial viniera?

—¿Sí?

—Me gustaría hacerle un par de preguntas, señorita Grant.

Fijé la mirada en Elyssa y asentí. Ella estaba junto a mi padre, sosteniendo a Jack con fuerza. Aunque ella quisiera ocultarlo, se le notaba nerviosa. Antes de que los oficiales le entragaran una manta para cubrir su entumecido cuerpo, yo le vi unas marcas alrededor de sus muñecas que contrastaban notablemente con su pálida piel.

—¿Usted conocía a los chicos que ingresaron a su casa?

Habían peritos sacando los cuerpos sin vida envueltos en una bolsa oscura. Elyssa intentó ocultar aquella bizarra imagen de los ojos de mi hermano, ignorando el hecho de que Jack había visto el cadáver de un chico hacia un rato atrás.

—Sí.

—¿Tiene idea de por qué ellos hicieron todo esto?

Lo miré —Uno de ellos era mi novio. Mi padre tuvo algunos problemas con él hasta que... las cosas se salieron de control.

—¿Qué problemas exactamente, señorita Grant? —él me miraba de forma suspicaz. Atento a todo lo que decía.

Ignoré las imágenes que se proyectaban en mi cabeza, recreando los momentos en que contradije a Paul, dejándome manipular por Sebastian.

—Protección más que todo. A papá no le gustaba que yo saliera con un chico como él. —y ahora entiendo que tenía toda la razón.

Él iba a realizar otra pregunta cuando uno de los peritos que buscaban el cuerpo de Sebastian apareció en nuestra sala destruida.

—Teniente —le habló a un hombre canoso de unos cuarenta y tantos. Se acercó a él. Había suficiente ruido a mi alrededor, pero toda mi atención estaba puesta en aquella conversación—, aún no encontramos el cuerpo. Hemos recorrido un radio de cuatro por cuatro y no hay rastro de Sebastian Stan.

El hombre suspiró, agotado.

—Agranden el radio a siete por siete —ordenó con voz autoritaria—. Fue una caída libre de casi diez metros, él tiene que estar en algún lugar.

Sentí mi estómago revolverse por los nervios. Papá había estado luchando contra Sebastian, hubo un forcejeo por acabar la vida del otro. Papá sólo se defendió y empujó a Sebastian por el barranco, ¿cómo es posible que no hayan encontrado su cuerpo?

... siendo buscados. Señorita, ¿está escuchándome?

Parpadeé para salir de mi ensoñación y volví la mirada al frente. Estaba tan absorta en mis pensamientos que ni siquiera me importó que un policía estuviera hablándome. Pero, francamente, no tenía ánimos ni ganas de seguir oyéndolo. Ya había dado mi declaración, él podría conseguir la grabación y sacar las respuestas que necesitaría.

—Lo siento, pero me duele un poco la cabeza. —me disculpé y froté mi frente para hacer mi mentira un poco más creíble— ¿Le molesta si voy donde mi padre?

El oficial apretó los labios y luego de unos segundos, asintió, cerrando la libreta que sostenía en sus manos.

—Por supuesto, señorita Grant.

Obsession | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora