Capítulo 16

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CAPÍTULO 16

—¿Cómo estuvo tu día en la escuela?

Apreté los labios cuando me di cuenta de que papá se empeñaría en entablar una conversación entre nosotros mientras íbamos de regreso a casa. Tenía unas inmensas ganas de llorar y lo que menos quería hacer ahora era comenzar a hablar porque sabía que mi voz me iba a fallar.

—Tranquilo.

Él suspiró —¿Puedes mirarme por lo menos? Siento como que no me estás prestando atención.

Respiré profundo y lo miré, sintiendo la piel alrededor de mi ojo latir por el golpe que me había proporcionado Sebastian de forma involuntaria. Cuando estaba golpeando a Francis, se transformó completamente en una persona desconocida; nunca se me pasó por la cabeza que él podía llegara ese extremo de bestialidad. Apareció de la nada, empujando a Francis lejos de mí y golpeándole el rostro como si en realidad quisiera deshacerse de él para siempre.

Aparté la mirada en el momento en que papá colocaba atención en mi ojo.

Sentía su mirada escudriñándome por completo, haciéndome sentir expuesta y que las ganas de llorar aumentaran. No quería mostrarme débil frente a papá porque él comenzaría a hacer un centenar de preguntas y no me dejaría ir sin obtener una respuesta convincente.

Y, por más estúpido que parecía, no quería poner mal a Sebastian frente a los ojos de papá porque era un tema que debíamos solucionar nosotros como pareja.

—¿Qué te pasó en el ojo, Holly? —volvió a preguntar y obtuvo silencio de mi parte. Escuché cómo suspiraba mientras seguía conduciendo— Bien, por lo que veo, tendré que adivinar qué fue lo que te pasó.

—Fue un accidente, papá —espeté, lanzándome una mirada rápida—. Estábamos practicando voleibol y una de mis compañeras me pasó a golpear con el codo. Sólo fue un accidente, ¿vale?

Él se detuvo a las afueras de nuestra casa y me miró fijamente. Yo estaba luchando con mantenerle la mirada, pero me costaba porque nunca había sido buena con las mentiras.

—Está bien. —dijo, de forma desconfiada.

Forcé una media sonrisa y me bajé rápidamente del coche, cerrando la puerta al mismo momento en que encaminaba a la puerta de entrada. Ingresé la clave de seguridad e ingresé raudamente con la mirada pegada al piso sin querer hablar con nadie más. Lo único que quería era ir hasta mi habitación y encerrarme allí por los próximos meses.

—Buenas tardes, Holly.

—Hola, Elyssa. —la saludé sin detenerme.

Corrí por la escalera y no me detuve hasta llegar hasta mi habitación. Cerré la puerta con seguro y solté un suspiro, sintiendo como mi móvil vibraba por segunda vez en el interior de mi bolsillo. No quería sacarlo de allí porque sabía con certeza de quién se trataba. No quería hablar con él... ¿Qué me diría de todos modos? Yo me conocía perfectamente y quería lo suficiente a Sebastian como para dar mi brazo a torcer en cuanto oyera su voz contra mi oído. Lo que él había hecho estaba muy mal y yo no podía pasarlo por alto.

Dejé caer mi mochila al suelo y lancé mi cuerpo sobre la cama, sacando el teléfono de mi bolsillo. Al ver lo que estaba en la pantalla, rodé los ojos. Por supuesto que era Sebastian quién me estaba llamando.

Bloqueé el teléfono una vez más y recosté mi cabeza en la cama, dejándome inundar por completo con el silencio de mi habitación. Intenté relajarme, pero Sebastian siguió llamándome por teléfono por los próximos minutos y al darse cuenta de que yo no iba a contestar, comenzó a mandarme mensajes de texto:

Obsession | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora