Capítulo 33

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CAPÍTULO 33

Finalmente, Harry había logrado tumbar la puerta y la sonrisa que apareció en su rostro hacía mucho tiempo que no aparecía. Una sonrisa maniática, cargada de maldad, deseosa y lista para causar todo el daño que pudiera. Porque era eso lo que más le gustaba a él: causar destrozos, hacer sufrir a las personas y vivir con ello era una de las cosas más fascinantes que existían.

Lanzó el gran tronco hacia un lado y limpió sus manos antes de lanzarles una mirada llena de malicia a sus amigos. Estiró el brazo, señalando el interior de la casa.

—Caballeros. —los invitó a pasar y rodó los ojos, de muy buen humor, cuando Sebastian pasó por su lado ignorándolo por completo.

Sebastian entró en la sala oscura, esperando a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad para poder observar mejor. Todo estaba en silencio y era inquietante. A diferencia de Harry, Sebastian tenía un claro propósito ahí: Holly. Realmente, no le importaba en absoluto lo que sucediera con Paul, es más, sería un alivio si uno de sus amigos decidiera perforarle la cabeza con una bala. Tampoco estaba interesado en saber qué ocurriría con Elyssa o Jack. Él sólo estaba ahí por Holly y no se iría a ninguna parte sin ella.

Harry y Anthony ingresaron después de Sebastian. Las risillas maliciosas de Anthony recorrían el pasillo llegando hasta los oídos de Elyssa y Paul, ambos escondidos frente a frente al final del pasillo, listos para atacar. El corazón de la mujer latía con fuerza y el terror hacía que su cuerpo se pusiera rígido por momentos. Paul también sentía miedo pero, a diferencia de Elyssa, sabía que no podía dejar que el miedo lo dominase. Si eso ocurría, cualquier cosa le podría suceder a su familia y aquellos delincuentes habían demostrado que eran capaces de hacer muchas cosas. Y Paul Grant nunca se iba a perdonar si algo malo le llegaba a suceder a su familia. Él le había prometido a su ex esposa que cuidaría muy bien de Holly y eso es lo que haría.

Sebastian estrechó los ojos y se detuvo en medio del pasillo. Algo andaba mal. El idiota de Paul seguía ahí junto a Elyssa y él sabía que era cuestión de tiempo para que aparecieran de algún lugar y los atacaran. Por eso, para prevenir más que nada, dejó que Harry y Anthony pasaran primero.

Y no se equivocó.

En cuanto Anthony puso un pie en el final del pasillo, Paul apareció y le lanzó un golpe en la espalda con un bate de béisbol que lo lanzó directo al piso, gimiendo de dolor. El hombre estaba a punto de dar un segundo golpe pero se detuvo abruptamente cuando vio que Harry agarraba a Elyssa del cabello, la tironeaba contra su cuerpo, envolvía su cuello con un brazo y apuntaba su cabeza con la pistola.

—Un movimiento más y le vuelo la cabeza, Paul. —amenazó con la voz ronca.

Paul, rojo por la ira, tragó saliva y bajó los brazos hasta que el bate cayó al suelo.

—Ponte de pie, imbécil. —ladró el rizado.

Con dificultad y gimiendo de dolor por el golpe, Anthony se colocó de pie. Recogió el bate y le propinó un golpe a Paul en la cabeza que lo mandó directo al suelo. Elyssa lloró, implorando que los soltaran, escuchando las risas de Harry contra su oído.

—Vamos, preciosa, camina —ronroneó el chico de ojos verdes y la obligó a caminar—. Enséñame tu maravillosa casa.

La llevó a rastras hasta la sala donde la lanzó contra el sofá y ahí, de pie, siguió apuntándola con el arma.

Anthony sujetó a Paul de los brazos y lo arrastró. El golpe que recibió el hombre fue lo suficientemente fuerte como para producir una herida en su cabeza pero no tanto como para mandarlo a la inconsciencia. Entre la borrosidad de su mirada, pudo ver a Sebastian parado con las manos tatuadas escondidas en los bolsillos delanteros de su pantalón en una postura relajada. Sonreía.

Obsession | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora