Tic tac

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Otro día, otra persecución con esos tontos policías.

—Corre Baltazar— regañe a mi colega

—¡¿No todos medimos 1,60 sabes?!— respiraba inflando las mejillas

No lo culpaba, mi compadre aquí presente era bastante robusto, bastante.

—¿Porque no te acompaño Josesito?— se quejo al cielo

—Porque está ocupado con su mujer —dije en regaño— ¡deja de quejarte y se un hombre!

Frene de golpe haciendo que él también frenará.

—Entra aquí— nos escabullimos entre dos casas y llegamos a otra parte de la ciudad, la que era conocida como el barrio gitano.
Era normal que vieras a mucha gente en la calle, madres con sus hijos en Brazos sentados en las veredas.

Me detuve en seco.
Baltazar se reclinó y recupero el aliento.

—Oye— dijo un poco más recuperado, dándome un golpecito en el hombro—¿vienes?

—Hoy... Hoy no— Balbuceó

—Ágata

—Sabes que ya no pertenezco a la familia —dije mirando a Baltazar, quien era mi tío.
No podía llamarlo de esa manera, porque respetaba el hecho de que me hubieran echado de la familia.

—Sabes que para mí seguirás siendo mi sobrina

—Y también sabes que a mamá no le gusta que me sigas viendo de esa manera.

Le di los artilugios que había conseguí ese día.
Sí, aunque no me gustara, tenía que robar algunas cosas, mi única condición era que a las personas que les robara, fuesen patánes.

—Ten esto. Podrán alimentarse bien por un buen tiempo, y dile a Javier que este libro es para que aprenda sobre historia.

Mi tío me miró con una sonrisa y las cejas caídas.

—Pues para ya no ser parte de esta familia te sigues preocupando por tus hermanos

Le dirigí una sonrisa afligida.

—Por Favor dile que lo encontraste para él, es la única manera en la que mamá deje que lo conserve... Sabes lo mucho que le gusta estudiar— sonreí al recordarlo.

Me habían echado de la familia por no cumplir con la tradición, yo no quería cuidar de los hijos y limpiar, al menos no toda mi vida, y menos casarme con alguien que yo no quisiera.

A pesar de que no vivíamos en casas ostentosas o no teníamos renombre, los gitanos tenemos orgullo y si no puedes satisfacer eso con lo poco que tienes, lo pierdes todo.
Solo tengo 16 años, y vivo sola en las calles de Colombia, me negué a casarme a mis 15 años y me echaron de mi casa, mi tío y mi primo José (Josesito de cariño) me ayudan a obtener ganancias para sobrevivir.

Lo único que traía de gitana era la vestimenta, nada más...
Ni una familia, ni el derecho al apellido Heredia, ni las ganas de formar parte de eso tampoco.

Ya estaba acostumbrada a que la gente me viera como una gitana mugrienta y solitaria, pero lo de mugrienta tampoco me gustaba a mi.
No tenía zapatos, andaba descalza por la vida y mi cara, estaba llena de tierra y mugre.
Me acerque a un fuente en la plaza y me lave la cara, aunque sea para verme un poco más decente.

—Ahora—hablaba conmigo misma— ¿dónde voy a morir de hambre?— dije apuntando un lugar en la calle.

Lo decía como chiste, para sentirme mejor por no tener cosas que vender para comer.

°•Vida a doble tiempo•° (Bruno Madrigal X Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora