°•Vida a doble tiempo•° (Bruno Madrigal X Oc)

últimos segundos

Los murmullos y los susurros que se escuchaban al rededor sin dejar entender palabra los rodeaban en ese momento.
Ágata observaba como todos los colores parecían tener vida propia en ese pueblo encantado.

Por primera vez camino por las calles sin que le importará que dijeran, claro que, lo que la gente articulaba a voz baja no eran cosas malas.

La familia comenzaba a terminar su recorrido por la calle principal de aquel pueblo.
Como si fuera la atracción principal, la casa Madrigal se abría paso ante las vista de todos al fondo de esa angosta calle de piedra.

Saraí se recargo sobre las sillas de los jinetes, asombrada por lo que estaba viendo frente a sus ojos, nunca había visto casas así, en la ciudad solamente reinaban las casas juntas cada una al lado de la otra, de igual diseño y color diferente.
Está casa... Todas las de ese pueblo, Eran una verdadera bienvenida para ella.

Su hermano unos minutos mayor observaba con el mismo asombro como se habían perdido de tanto en sus vidas.

Bruno sobaba en brazo de su esposa como indicación de que apartir de ahora solo podían mejorar...

La carreta se detuvo con un poco de brutalidad.
Los mellizos bajaron antes que cualquiera pudiera hacerlo.
Observaron la vista al pueblo que se tenía desde esa pequeña colina.
Observaron cómo unos ancianos se acercaban.

Cuando todos estaban fuera de la carreta, la abuela Alma se había dirigido a hablar con esas personas que previamente habían aparecido.
Les contaba sobre lo ocurrido y al parecer hizo que estas personas se acercan hasta los tres nuevos integrantes de la familia y los recibieran cordialmente.

Las puertas de la casa se abrieron de una manera que habrían jurado que lo hicieron solas.
De tras de esta puerta se dejó ver a Dolores y a Luisa, quienes se habían quedado para encargarse de la comunidad.

Con alegría recibieron a su familia y les brindaron una cálida bienvenida llena de emoción a Ágata y los niños.

Ágata suspiro al saber que estaba un poco apartada del tema.
Su esposo siempre a su lado, le brindo apoyo y con sus mano sobre la de ella, la invitó a pasar al que sería su hogar.

Se tentaba por cargarla como lo había hecho el día de su boda al llegar a su hogar. Sonrió inconsciente al pensarlo. Pero sabía que ya no tenía la fuerza de antes, además de que sabía que Ágata no se sentiría cómoda, ya había recibido mucha atención por un día.

Al tan solo acercarse los mellizos a las puerta de la entrada, la casa los sorprendió con su magia milagrosa, colocando a ambos y a su madre en la puerta principal.

–Mamá!– mostró Saraí con alegría.

Alma soltó una risa de alegría al ver esta imagen.
Su hogar los había recibido tan y como si los hubiera aceptado desde que Bruno y Ágata se conocieron.

La puerta se abrió de golpe nuevamente y las baldosas arrastraron a todos hacia adentro.

Saraí de inmediato de sujeto de su hermano quien estaba intentando no caer tras haber recibido el pedo de su hermana encima.
Cuando el movimiento bruscos ceso, los mellizos volvieron a ser movidos por la casa milagrosa.

Era como si ese hogar estuviera emocionado por su presencia.
Ági se recuperó del shock que anteriormente sentía al ser movida por una casa mágica.
Nunca creyó que ese día llegaría a ser real.