Sueños de Arena

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Ahí estaba... A unos pocos metros de ella.
Intento correr hacia sus brazos, pero le fue imposible.
Sentía que sus movimientos eran pesados... Como si intentará correr bajo litros y litros de agua... Oscura y traicionera.
Sentía que cada vez más de hundía en esas aguas negras, sentía la presión en su cuerpo y las ganas de gritar sin poder.

Sus ojos se abrieron suavemente...
Cuando se percató de que estaba consiente tomo una bocanada de aire.
Estaba conteniendo su respiración por alguna razón.
Su pulso se aceleró y sus nervios intentaban bajar.
Había sido un sueño, y no recordaba que tipo de sueño... Solo recordaba esa sensación que la seguía invadiendo... Recordaba su desesperación y su inseguridad.

Respiro profundamente para tranquilizarse y suspiro.

No sé había dado cuenta de que se había dormido hasta que despertó...

Se levantó de ese sillón en dónde estaba tejiendo y miro hacia fuera.
La tarde se había presentado  con sus tonos dorados y naranjas sobre las hojas de los árboles.

Pensó en despejarse, necesitaba hacerlo.
Se cubrió con su ruana y tomo la canasta, decidió que pasaría por el mercado.
Necesitaba más hilos y comida.

Camino por ese sendero que siempre recorría para llegar a la ciudad.
Dejo caer sus hombros con un suspiro silencio y camino entre la multitud.

—Dicen que se fue con otra mujer...— como siempre que ella estaba sola, la gente murmuraba cómo si supieran todo sobre su vida.

—Seguro tenía otra familia y ella era la otra— intentaba no inmutarse por los comentarios...

"Ella era la otra"...
Aveces esto resonaba en su cabeza.
Ella era la otra familia después de todo... Alemnos así se sentía desde que... Se sentía abandonada.
Su peor miedo se había vuelto la soledad, y le abrumaba pensar que sus hijos se aburrirían de ella en algún momento.
Claro que esto no era así... Pero su mente le jugaba una mala pasada.

—¿Será  verdad que llora todas las noches?

Algunas cosas le hacían gracia, se sentía como cuando era adolescente y la gente le temía por el simple hecho de ser gitana.
Ahora estaba segura de que era la protagonista de muchas historias tenebrosas para los niños de la gente.

Inhaló profundamente y dejo caer sus hombros aún más.
Pasaba con un rostro serio, pero unos ojos gentiles cómo siempre.
Su espalda erguida y su cabello arreglado la hacian ver elegante.

—Buenos días hermosa— un hombro la saludo con descaro

—Buenos días señor Muños, ¿cómo está su mujer?—— dijo tajantes.

Se adentro más en el mercado, sumergida en sus pensamientos.
Un golpe repentino la devolvió a la tierra.

—Lo siento mucho— se disculpo enseguida

—No hay... No hay problema— ladeó una sonrisa amigable.

La muchacha con la que había chocado se acomodo sus lentes.
Observó cada detalle de su rostro.

Tomo un respingo desconcertando a la mujer.

Su compañero llegó junto a ella, tal parecía se había separado un poco.
Ambos la miraron como si hubieran visto un fantasma.

—¡Mamá!— una voz sonó a unos pocos metros

—¿Mamá?— Ambos adolescentes se miraron con confusión.

Una carreta se acercó a ellos.

—¿Habia que hacer las compras?— pregunto Saraí

—Solo vine para comprar algunas cosas extras— explico.

°•Vida a doble tiempo•° (Bruno Madrigal X Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora