Todo se agota

94 10 2
                                    

Era el último día... El último día en el que podrían pensar, el último en el que la decisión debía ser tomada.
Ágata Madrigal sentía una gran presión en su pecho.
Observaba con gran melancolía a su esposo, con sus ojos cerrados frente a ella, tan indefenso y frágil....

Observó el techo por lo que parecieron horas.
En un impulso extraño se levantó de se cama y salió de la habitación.

El sol no estaba ni cerca de aproximarse por los árboles...
Se quedó en silencio, observando los árboles de la densa jungla.

Quería pensarlo sola, sin poder discutir con nadie.

Luego de varios minutos pesando y pensado, llegó a la conclusión de que aún no sabía que hacer...
Ese era el hogar que tanto les había costado conseguir...
Esas eran las paredes que tenían los recuerdos más felices y más tristes...

Esa casa...
Aunque insignificante y de mal aspecto, era el hogar de ella...
Le había costado tanto sentir que un lugar era su hogar de verdad.
Pero eso era un arma de doble filo...
En sus hojas estaba su esposo...
Él le había dicho que se quedaría de ser necesario... Pero... Por alguna razón no quería eso...
No quería que su esposo se quedará alejado de su familia.
Nunca la había invadido ese pensamiento...

Sentía que si le daba a elegir a alguien por ella, sea cual fuera la elección ella se sentiría culpable por algo...

A la tarde del día siguiente la familia de su esposo se iría y no sabían si ella los a acompañaría.

Suspiro y decidió algo que no estaba en sus planes.
Con sus ruana puesta se dirigió a la ciudad... Exactamente a la posada en la que su familia se quedaba.

Vio con sorpresa a la Matriarca de la familia, observando la noche obscura de la ciudad por la ventana...
Alma noto su presencia de inmediato.
Con sorpresa desapareció de la ventana.

Ágata sentía una ansiedad que comenzaba a crecer al saber que seguramente la Matriarca estaba bajando para hablar con ella...
Solo le quedó respirar profundamente y mantenerse firme.

—Ágata querida—Alma salió a la vereda.

—Lamento molestar a estas horas Alma— se disculpo— es solo que...— sus ojos de cristalizaron sin saber porque.

Seco esas lágrimas que se asomaban de inmediato.

—¿Porqué no pasas?— Alma la reconfortó—Y hablamos con un poco de té...

Ambas mujeres entraron a la posada y se dirigieron a la cocina.
Una vez ambas estaban sentadas en una mesa redonda, con un aire de otoño, y sus tasas de té, comenzaron a hablar...

—Te sientes presionada— comenzó Alma

Ágata dejo su tasa en la mesa.
Con la cabeza un poco baja pensó en sus respuesta... Pensó en algo que pudiera describir exactamente como se sentía...

—...Siento que haga lo que haga estoy perdiendo mi hogar...

Alma sabía exactamente como se sentía eso, su ceño se dejó caer con melancolía al escuchar el testimonio de su nuera.

—¿Sabes...?

Ágata levantó la mirada para prestar atención.

—Una vez... Mi Brunito me preguntó que porqué no íbamos más allá de las montañas...— dijo con nostalgia—Él aún era pequeño... No le respondí.

Ágata no sabía a qué venía esa historia, pero sin embargo no interrumpió su atención.

—Una noche... No sabía porqué. No podía dejar de pensar en lo que él había propuesto... Mientras más lo pensaba, más me enojaba con él sin razón alguna...

°•Vida a doble tiempo•° (Bruno Madrigal X Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora