Es hora

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La carreta de los madrigal, ya llena con sus pertenencias, se encontraba a la espera de retirarse de ese hogar.
Ágata miro con gran melancolía su hogar... Un recuerdo agridulce la recorrió...
Recordó aquella vez hacía casi 15 años, cuando tuvo que dejar su hogar por miedo...
Está vez le daba miedo dejarlo, pero tenía que ser valiente.

Tocó su pecho con nostalgia sabiendo que sería la última vez que la vería.
Sus ventanas pequeñas... Sus tablones viejos, el techo cubierto de plantas, las marcas de sus hijos en los Marcos de cada puerta...
Esa casa se había vuelto su palacio y su refugio, ahora tocaba despedirse de todo el pasado.
Así como de lo triste como de los recuerdos felices.

Bruno se acercó a su esposa y compartió ese momento, observaba con nostalgia cada rincón de ese paisaje, aquel en el que había construido su propia familia.
Era tonto, pero sentía que le debía una vida entera a esa construcción con sus maderas rotas y astilladas...

—¡Mamá!— llamaba Saraí—¡Terminamos!— anuncio junto a su hermano ya cómodos en la parte trasera de la carreta.

Ágata le dirigió una mirada a su esposo, el cual al interpretarla le regaló una sonrisa de apoyo.

Los adultos subieron a la parte delantera y comenzaron su viaje.

—¡Adios Casita!— Dijo Saraí son una sonrisa enorme.

Recorrieron por última vez el camino que los llevaba a su hogar... Era raro, "la última vez" siempre es la más especial.
Esa cabaña ahora se quedaría en la jungla oculta, hasta que otra persona pueda hacerla su hogar....

Luego de un momento de viaje, la carreta freno frente a una casa descuidada y pobre del barrio gitano.

—No tardó nada— dijo a sus hijos.

Ágata se acercó dando un suspiro, buscando soltar sus nervios.
Sabía exactamente lo que iba a decirle, lo sabía... Pero no quería decirlo.

Toco la puerta de ese hogar.
El cuál no había visto y llamado "hogar" desde que tenía 15 años...
Después de un momento la puerta se abrió.
Una anciana apareció tras de esta.
Su piel arrugada y su complexión delgada.... La fragilidad se reflejaba en sus dedos esqueléticos y en su cabello blanquecino.

Ágata se tento por retroceder un paso.
Le había dado una impresión de la cual nunca se olvidaría.

—¿Quién eres?— pregunto con un tono amargo

—Mamá...

Con esas palabras la mujer se enderezó arrugando su frente.

—Ágata...— soltó un intento de tono de asco, el cual en realidad sonó como uno de sorpresa.

—Sé lo que piensas...— inicio intentando centrarse en lo que necesitaba decir— Yo, me marchó de la ciudad... Con mi familia— intentaba sonar optimista

Su madre la observaba de arriba a abajo con curiosidad.
Su declaración la había tomado por sorpresa y aún así quería escuchar lo que su hija tenía que decir...

—En realidad no se porqué vine— Río — Solo sé que necesito decirte algunas cosas

<<No podré seguir viviendo si no lo hago...>>

—¿Que cosas...?— pregunto entre cerrando sus ojos, no con enojo, si no con curiosidad.

—Que no me arrepiento de ser lo que soy y haber hecho lo que hice— mordió su labio inferior—Nunca me arrepentiré. No acepte casarme para el bien de la familia y eso no fue por egoísmo....fue por mi. Pero se supone que eras mi madre, debías apoyarme en todo lo que yo quisiera y me hiciera feliz— no le dolía decirlo, ni le pesaba— me case, con un hombre al cuál amo y tú no pudiste acompañarme al altar como decías que lo harías cuando yo era niña... Tuve a mi hijos y tú no estabas para conocerlos porque yo huía de ti... Pero ya no huyó más... El irme de la ciudad no significa eso... Significa que tome otra decisión por mi felicidad.

°•Vida a doble tiempo•° (Bruno Madrigal X Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora