Huida

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Todo parecía tener un final de felices para siempre, asi parecía con el bebé en camino.
Bruno hacia que su familia no pensara en ir a buscarlo nunca más, para que logrará quedarse todo el tiempo que quisiera con su familia.

Era una día lluvioso, las gotas eran pequeñas y pocas, y el aroma en el aire olía a tierra mojada.
Ágata estaba sentada en su mecedora, balanceándose lentamente.
Le gustaba esa sensación, siempre que podía pasaba su mano sobre su vientre, para recordar que estaba a punto de tener su propia familia.
A Bruno le sorprendió que su esposa no estuviera haciendo sus tejidos como siempre los hacía.

—Es malo tejer estando embarazada— Era un dicho que solía escuchar mucho, y al ser tan supersticiosa la tomo real.

—No soy tan malo en esto— dijo Bruno frente al telar

Las mantas y alfombras de Ágata era lo único que tenía la pareja para mantenerse.
El negoció no iba nada mal, nunca faltaba la comida ni la ropa. Lo justo y necesario siempre se tenía.

Ágata tuvo que enseñarle a Bruno a bordar, y la familia se siguió manteniendo así.

—Oh... Bruno, está patenado—Agata colocó su mano sobre el lugar en donde  sentía la patada.

Tenía unos 4 meses de embarazo y ya sabían que esperaban.
Y Molly... Gracias a ella sabrían que.

Un día se apareció en la casa Madrigal, con una aguja atada a un hilo. La coloco sobre el vientre de la muchacha y dejaba que se moviera en círculos.
Según ella estaban esperando no uno, si no dos bebés... Un niño y una niña.
No sabían que tanto podrían confiar en las maneras de Molly, pero lo que Ágata si sabía es que no se había equivocado con ninguno de sus hermanos, incluso con ella.
Pensaron los nombres y tenían de respaldo por si no llegaban a ser lo que predecían.

Bruno se apresuró y colocó su oído sobre el vientre abultado de su esposa.

—uh...— se quejo Ágata para luego soltar una risita.

—Sarai, deja patear a mamá— dijo Bruno con ternura

—Esa niña es terca— reía Ágata respirando para soportar el baile que si hija armaba en su vientre

—¿Laurens se mueve?— pregunto Bruno intentando escuchar más allá de las patadas de su hija.

—Casi nunca. es tan tranquilo, pero siento que él es el culpable de mis antojos—Río

Bruno recordaba de vez es cuendo la visión que tuvo sobre su futuro.
En este no veía a nadie, solo veía objetos al azar.
Todavía no entendía la razón, pero intentaba que eso no lo desviará de su felicidad.

La puerta de la casa se escuchó, con unos golpes firmes.

Bruno se levantó y se dirigió a la puerta.
Al abrir está, Bruno se quedó perplejo, y se tentaban a volver a cerrar la puerta.

—Buenas tardes— la voz de la mujer era sin sentimientos y sin intención de socializar.

Ágata se acercó a la puerta y abrió los ojos como platos.
Pegó un respingo y miro a su esposo.

—¿Puedo ayudarla?— dijo Bruno de manera seca.

Quien estaba en la puerta era Yoli, madre de Ágata...
¿Cómo sabía que vivían en ese lugar?
¿Cómo sabía?
¿Y Porqué lo sabía?

—Solo vengo a confirmar si lo que temía era real— Yoli dejo ver una fotos que dejó caer al piso.

Eran las fotos de su boda, fotos de su casa, fotos que le habían dado a Baltazar.

°•Vida a doble tiempo•° (Bruno Madrigal X Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora