Día del presente

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—¡Arriba!

Ágata llamaba desde la planta baja a sus hijos.

—Agh...—se quejaba Laurens

—Aveces maldigo tu curiosidad— lo regañaba Saraí.

—Mi curiosidad no te hace nada

—Se contagia— dicho esto ella cedió ante el sueño que sentía.

—Saraí, arriba—Estaba igual de cansado pero regañaba a su melliza

—Cállate...

—Si yo me levanto, tú también

Ambos dormían en una cama doble.
Laurens solo tenía que elevar su pie y colocarlo entre las tablas de la cama de arriba para tocar el colchón de su hermana.

Este pateó el colchón

—¡Ya voy!— exclamó fastidiada.

—Dormir arriba no es tan divertido ahora ¿eh?—Río fastidioso.

—Que te calles.

Ambos bajaron, ya un poco más despiertos.

—¿Laurens Madrigal despertando tarde?— fastidiaba su madre— ahora lo ví todo

—Buenos días— Ambos se sentaron en la mesa y hablaron al unisono.

—¿Olvidaron que hoy íbamos a vender?— pregunto sirviendo sus desayunos

—Si/No— otravez en sintonía

Ágata rodo los ojos divertida.

—Muy bien, cuando se despierten del todo y suba las mantas a la carreta me dirán exactamente lo que hicieron anoche

Su sonrisa no desaparecía, le divertida hacer sentir a sus hijos así de vez en cuando. Recordarles que ella estaba al mando y sabía todo.
Ambos mellizos se miraron asustados.
Ágata fue a empacar lo que debía.

—La curiosidad mato al gato y arrastró al ratón— dijo con terror hacia su madre.

—No te arrastre a nada

—Te callas, ahora piensa en que decirle para que no nos mate

—¡Hazlo tú!

—¡Tu hazlo!

—Tú

—Tú

—Tú

—Tú

Era un Ping Pong de culpa que duró un tiempo.

Ágata carraspeo

—Muy bien, los veo más despiertos— su voz no dejaba de ser fastidiosamente tranquila.

Ambos tragaron saliva

Fideos apareció frente a Ágata y llevaba consigo el juguete con el que siempre jugaban.

—¿Estuvieron jugando con Fideos?— cuestionó m un poco incrédula.

—No quería estar sola— se apresuró a decir Saraí

—Estuvo casi toda la madrugada insistiendo con que quería jugar.

Su madre confiaba más en la rata que en los adolescentes.
Era como su niñera de confianza.

Ágata suspiro con una sonrisa

—De acuerdo, ahora vamos, tenemos trabajo que hacer

Salieron de la casa listos para ir a la ciudad.
Todos llevaban sus respectivas ruanas con capucha.
Su puesto era simple y humilde, pero el trabajo de Ágata se vendía en toda la ciudad.
No había una casa que no tuviera una manta o alfombra hecha por ella.

°•Vida a doble tiempo•° (Bruno Madrigal X Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora