CHANGKYUN.

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¿Anotarlo?

Uh, bastante seguro que no había necesidad,
considerando que esa idea estaba ahora permanentemente arraigada en mi cerebro

¿Heon, yo y una venda en los ojos? Cuenta conmigo o con él; no era quisquilloso.

—Quítame las malditas manos de encima, Heon —dijo Utah, mis labios se inclinaron al pensar en la advertencia de Heon de que me comportara antes que llegáramos hoy.

Llámenme infantil o inmaduro, pero ver a Heon irritado en mi honor era muy sexy, y si alguien en este vestuario pensaba que iba a poner fin a este despliegue de testosterona, estaba delirando.

—¿No crees que deberías intervenir?

Me volví para ver a Gucci mirando el nuevo colgante de pared que Heon había decidido que el vestuario necesitaba.

—¿Por qué? ¿No crees que pueda manejarlo?

—Uh, no, creo que el verdadero problema podría ser que lo está manejando demasiado bien, pero si va mucho más allá, será motivo de suspensión. —Chocó los hombros conmigo—. A menos que, por supuesto, ese sea tu objetivo.

—¿Qué?

—Ya sabes, noquear a dos pájaros de un tiro.

¿Qué carajo? ¿Gooch realmente creía que yo haría algo así? ¿Y a Jooheon? Sin darle la oportunidad de ir allí, empujé hacia adelante, tomé el bíceps abultado de Heon y lo sacudí.

—Joo, vamos, no vale la pena.

Su mirada penetrante encontró la mía, y cuando el hielo se derritió y el calor resurgió, dejó caer sus manos y dio un paso atrás.

Me volví hacia Utah.

—¿Qué tal si te vas de aquí y repasas el plan de vuelo de hoy? Demuestra que hay una razón real para que estés aquí, además de hablar y actuar como un maldito imbécil.

Utah se alejó de la pared y enderezó su columna vertebral, inflando su pecho como si no hubiera sido dominado y presentado como el canalla
que era delante de sus compañeros de entrenamiento, luego pasó a nuestro lado y se dirigió al área de la bahía.

Mientras todos los demás lo seguían, Heon dirigió su atención hacia mí.

—¿Qué?

—No empieces nada, ¿eh? —Heon arqueó una ceja, y yo me reí— Puedo ver que estabas realmente comprometido con eso.

—¿Escuchaste lo que dijo de ti?

—Sí.

Heon dio un paso adelante hasta que estuvimos cara a cara, aunque la rabia se había agotado, el fuego todavía parpadeaba justo debajo de la superficie.

—¿Y estás de acuerdo con eso?

—Me importa una mierda lo que Utah piense de mí.

—¿En serio?

Asentí.

—De verdad.

—Bueno, a mí no me gusta una mierda.

—Hmm, lo sé. —Ladeé mi cabeza y observé el rubor que aún persistía en sus mejillas, cuando bajé los ojos a su boca, Heon se lamió los labios— Eso fue caliente como el infierno.

—¿Qué cosa?

—La forma en que te pusiste todo protector, Utah tiene suerte de que quiera ver cómo le pateas el culo en el cielo hoy, si no, me hubiera conformado con verte patearlo aquí.

Heon metió las manos en sus bolsillos y frunció el ceño.

—No me gusta que la gente hable así de ti, de nosotros.

Algo en su tono de voz me hizo sentir una gran excitación, era emocionante saber que este cabrón inteligente y seguro de sí mismo
pensaba que valía la pena luchar por mí, pero al mismo tiempo, no iba a dejar que desperdiciara su oportunidad de ser el número uno de Élite por
culpa de un imbécil como Utah.

Nos habíamos ganado nuestros lugares en la cima de esa maldita tabla de clasificación, y no habría ninguna duda al respecto cuando todo
esto se dijera y se hiciera.

—Lo sé —dije—. Pero no puedes dejar que te afecte, ni sobre mí, ni sobre nosotros, eso es lo que él quiere, que te pongas nervioso, es la
única forma en el infierno en que tiene una oportunidad de escalar desde el maldito fondo.

Heon respiró profundamente y lo dejó salir.

—Tienes razón, sé que tienes razón, no sé por qué dejo que me afecte de esa manera.

Queriendo aliviar la tensión lo más posible, puse mis manos en su pecho y sonreí.

—Porque tienes un flechazo por mí.

Los labios de Heon se movieron, pero como sospechaba, funcionó.

—¿Un flechazo? ¿Qué soy, una colegiala?

Eché un vistazo al vestuario vacío y luego pasé una mano por debajo de su cinturón para sentir rápidamente su creciente erección, Heon gimió y me agarró los brazos, yo puse mis labios en su mandíbula y dije:

—Definitivamente no eres una chica...

—Jesús, Changkyun tienes que parar, tenemos que cambiarnos y salir antes que Levy venga a buscarnos.

—Tienes razón —dije, y de mala gana lo dejé ir—. Pero recuerda que mientras esté volando hoy, estaré pensando en vendas y en el hecho de que crees que me vería muy bien con una.

Su maldición murmurada cuando salí del vestuario me hizo reír, era consciente que el apuro que sentía no tenía nada que ver con
vestirme y subir a la cabina, y todo que ver con la anticipación de estar a solas de nuevo con él.

¿Cuándo demonios había pasado eso?

RESERVED [JOOKYUN] #3 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora