RESERVED [JOOKYUN] #3 ✔

CHANGKYUN.

Sabía que esta conversación se avecinaba y la temía, era el 99% de la razón por la que había sido una mierda total esta semana, pero sabía
que no había forma de salir de esto, Heon necesitaba saber sobre la conversación que había tenido con su padre, y no estaba seguro de cómo iba a reaccionar.

Si fuera un poco como yo, no sería de forma positiva.

—¿Changkyun?

Respiré profundamente y entrecrucé mis dedos en los suyos.

—¿Recuerdas esa mañana que salí corriendo al supermercado? ¿La mañana de la fiesta en la piscina?

La mirada de dolor en su cara me dijo que sí.

—Es algo difícil de olvidar, saliste de mi habitación con una sonrisa en la cara y volviste con la mirada como si alguien hubiera atropellado a tu mascota favorita.

—No alguien, tu padre.

Heon entrecerró los ojos.

—Bien, retrocede un segundo ¿Qué pasa con mi padre?

Bueno, aquí vamos.

—Esa mañana, me encontré con él en la tienda.—Dejé que mis palabras se hundieran, y cuando estuvo claro que Heon no iba a decir nada, continué—: No estoy seguro si recuerdas lo que estaba comprando, pero no era sólo cerveza.

—Me acuerdo. —La voz de Heon era tranquila, baja y un poco... tensa.

—Sí, Uh, bueno, me dijo algunas cosas que...

—¿Qué? —exigió Heon, alejando su mano de la mía.

Quería alcanzarlo de nuevo, pero la vibración que se desprendía de él en este momento no gritaba exactamente: Consuélame, gritaba: Date
prisa y termina la maldita historia.

—¿Qué te dijo, Solo?

Me lamí los labios, preguntándome cuánto divulgar, pero al final decidí ir con los apuntes.

—Nada que no supiera ya. —Me apoyé en el pasamanos del tiovivo y metí las manos en los bolsillos para no hacer una estupidez como
intentar alcanzarlo de nuevo.

—¿Como qué?

—Como que no está contento con esto... nosotros, o cree que sea una buena elección para ti, y ciertamente no soy el que hubiera elegido.

Miré por encima del hombro, acualquier lugar menos a un Heon silencioso, no pude leerlo, pero cuando se puso en pie y empezó a caminar, supe que lo más inteligente era esperar.

Esperar y dejar que lo que había dicho se procesara.

—¿Te dijo eso? —Heon finalmente dijo—. ¿Te dijo que no está feliz con nosotros?

Su tono helado me dio un escalofrío en la columna, y también el tic en su mandíbula. Heon estaba enojado, cuando asentí, maldijo.

—¿Qué más te dijo mi padre esa mañana?

—Um... —Tragué, y Heon se inclinó y puso sus manos en la barandilla en la que me apoyaba, encerrándome efectivamente—. Dijo que si me preocupaba por ti, entonces debería hacer lo mejor para ti.

—¿Qué es lo mejor para mí?

—Creo que sus palabras exactas fueron: “Espero que hagas lo correcto”.

Si la ira tuviera un matiz, sería el tinte rojo que ahora marcaban las mejillas de Heon.

—¿Y qué se supone que es exactamente eso? ¿Apartarme? ¿Tratarme como un pedazo de mierda durante los últimos dos días?