06

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Días más tarde Anya caminaba perdida en sus pensamientos por las calles de la gran ciudad.

Repetía las mismas palabras una y otra vez:

"No voy a tocarte". "Firmaremos un contrato."

Esa noche Damian se puso su ropa y llamó a un empleado para que la llevara a casa. Aquel gesto frío la hizo sentir vacía.

— Firmaremos un contrato. —dijo. — Pronto se comunicarán contigo mis abogados.

Eso había dicho.

Los días habían pasado y no tenía noticias de él.

Miro su teléfono al detenerse en un semáforo en verde y se dio cuenta que ni siquiera tenía su número.

En las novelas que pasaban por la televisión siempre el chico pedía el número de la chica, se daban la mano, luego un beso y de alguna forma aunque el mundo intentara separarlos terminaban juntos y felices para siempre.

Pero ella tenía el presentimiento de que ese no sería su caso.

Ellos empezaron diferente. Una parte de ella no tenía idea de lo que estaba pasando.

Cuando el semáforo cambió a rojo avanzo cruzando la calle. Caminó por inercia, se había memorizado el camino. Se topó con la puerta en menos de lo esperado, al girar la llave y abrir la puerta nadie la esperaba del otro lado.

Vivía sola.

Tiró su mochila y arrastró los pies a la cama. La concentración le duraba poco y nada. En las clases prestaba atención pero en el más mínimo tiempo libre Damian volvía a su cabeza.

Y aquel beso.

Tocó sus labios y recordó lo cálido que fue.

— ¿Yo realmente le gusto?

Se preguntó.

Cuando llegó el fin de semana se replanteó el hecho de contárselo a Becky, se suponía que fuera confidencial, pero ella simplemente no pudo evitarlo.

— ¡¿Un qué?! ¡Anya por favor! ¿Te das cuenta de lo que significa eso?

— Más o menos.

Respondió jugando con sus dedos.

— Deja de gritar estamos en un lugar público.

Paseaban por un shopping. Blackbell buscaba nuevos atuendos, mientras que Anya no buscaba nada realmente. No sabía a donde mirar. Sus ojos iban de un lugar a otro impresionada mientras pensaba en lo ridículamente caro que le parecía todo.

Su padre, Loid, le había dado dinero ya que sabía qué clase de lugar era la capital y lo cara que resultaba. Pero ella no estaba interesada en extravagancias. Se probó mucha ropa para satisfacer a su amiga pero no compró nada.

— Oh, ahí viene.

Dijo Becky. Anya no entendió hasta que vio a Ewen acercarse.

Ahí noto lo diferentes que eran, los vampiros y las personas que pueden percibir las feromonas pueden darse cuenta de muchas cosas que ella no. Entender los estados de ánimo, cuando estaban cerca, cuando dos personas son pareja, entre otras cosas.

Ella no podía percibir nada de eso, se sentía fuera de este mundo. Y eso la asqueaba, odiaba sentirse así. Ella, muy en el fondo, se odiaba a sí misma.

Si tan solo no hubiera nacido de este modo...si tan solo no hubiese nacido...

El nacimiento de Anya era todo un misterio.

Esa era su razón para firmar el contrato. No importa el precio que tuviera que pagar, o si se autodestruía en el proceso, ella quería descubrir aquellas preguntas abiertas que jamás nadie había podido responderle.

Anhedonia | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora