11

3.9K 383 179
                                    

El viaje en el auto era sumamente aburrido. Ella se puso el cinturón y él manejo en silencio. Anya miraba por la ventanilla como todo pasaba rápido y se difuminaba, se sentía en una película dramática. Sólo faltaba música para ambientar el momento.

— ¿Puedo poner música? —pregunto animada, estaba emocionada por buscar una canción. Le gustaba cantar en voz alta y sentía que no era mala en eso. Y si lo era se reía de si misma a propósito. Extendió su mano hacia la radio pero él la detuvo con sus palabras.

— No. —dijo tajante. — Me gusta el silencio y quiero ir concentrado.

Eso la desanimó un poco. Guardo su mano y se sintió triste.

El viaje estaba siendo monótono y tedioso. El ambiente era tenso, podía cortarse el aire con un cuchillo.

Se hundió en sus pensamientos enseguida. Negativos, obviamente. Comenzó a sentirse estúpida. ¿Qué podía exigirle? Su relación era estrictamente sexual ¿O no? Ella sólo le servía para una cosa.

Después de todo su vida no valía nada. Se sentía insignificante.

Su mente siempre funcionaba del siguiente modo: Algo pequeño despertaba pensamientos pequeños que acumulados uno detrás del otro se volvían una gran masa de negatividad y oscuridad. Que la consumían poco a poco, lentamente.

— Oye —cortó sus pensamientos con su voz. — ¿Quieres pasar por tu departamento a buscar algunas cosas?

— Sí, me parece bien.

Supuso que entonces ellos pasarían la noche juntos también.

No se sentía mal entonces no entendía porque tanta preocupación. Aunque recordó de nuevo, "está estipulado en el contrato" no es que él se preocupara realmente por ella.

Al frenar el auto el sacó su teléfono.

— Dame tu número dijo él. —los ojos de Anya brillaron, su corazón latió con fuerza. Estaba segura de que si ambos hacían silencio podría escucharse el retumbar de su corazón.

— Este es mi número. —dijo algo tímida.

Subieron al departamento.

Se preguntó si era realmente necesario que él la siguiera a todos lados. Era un poco extraño.

A la luz del día él escaneo el lugar, mirando hacia todos lados, vio cada detalle y rincón del lugar donde ella vivía.

— Es pequeño—dijo ella con vergüenza. —Pero es tranquilo y lindo.

Él no contestó nada. Había estado aquí antes de noche pero no pudo mirar así que ahora estaba observando. Vio algunas fotos de Anya cuando era pequeña. Se detuvo con detalle en esas fotos mientras ella ponía un poco de ropa y accesorios personales en un pequeño bolso.

Anya nunca lo sabría pero él se sonrojó por la ternura de aquellas imágenes. Salió del lugar para que ella no lo viera sonrojado y cautivado por la dulzura de esas fotos.

— Te espero en el auto. —soltó y desapareció.

Minutos más tarde ella bajó y volvió a subirse al auto para viajar en silencio.

Cayó la noche y con ella ambos comenzaron a tener hambre. Se vieron mutuamente cuando el estómago de ambos rugió con fuerza.

Ella sostuvo su estómago y se retorció un poco de dolor.

— ¿Estás bien? —preguntó él enseguida acercándose a ella.

— Sólo tengo hambre.

Anya tuvo tan cerca el rostro de Damian que se sonrojó al instante. Su rostro parecía tallado por los propios angeles, cada ángulo era perfecto. La barbilla bien definida, los ojos hermosos con pestañas largas, sus labios se veían tersos y sintió la necesidad de besarlo.

Anhedonia | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora