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¿Cómo podía Damian dejar de ser un Desmond? Dejar su pasado atrás.

Los días pasaron y Anya se recuperó bien en el hospital. Gracias a Damian recibió la mejor atención posible, el dinero lo lograba todo. O casi todo.

Tomaban turnos para que nunca quedara sola y eso en un punto llegó a molestarla.

— Puedo estar bien sola, ¡Ya déjenme trio de tontos!

Les gritaba a Becky, Ewen y Damian.

— De todos modos mañana me dan el alta.

Habían sido días de paz, una paz camuflada bajo un velo de tensión y ansiedad.

Hoy planearon un día distinto, hoy era un día que querían que sea especial. Él no se olvidaba de la primera vez que viajaron en auto e intercambiaron información para conocerse. Ella le había dicho cuánto faltaba para su cumpleaños, para su mayoría de edad.

Y hoy era el día.

El trio de idiotas se fue de la habitación pero no para darle a ella privacidad estaban planeando darle un pequeño festejo. Compraron bonetes de colores y un par de globos, un pequeño pastel que llenaron de dieciocho velas.

Damian llevaba el pastel mientras Becky sostenía los globos y Ewen soplaba un chifle y lanzaba confeti. Esa era la idea.

Apagaron las luces y abrieron la puerta lentamente, Ewen lanzó el confeti y Becky entró con una gran sonrisa y muchos globos de colores en sus manos. Por último Damian pasaba por la puerta con cuidado, sosteniendo el pastel con crema blanca y fresas rojas. Las velas iluminaban el lugar con una tenue luz.

Anya miró sorprendida. Sus padres la habían saludado por la mañana temprano, le habían llevado un gran desayuno y regalos. Con eso había pensado que el día ya había terminado y que nadie más se acordaría de esta fecha.

Pero por la noche antes que termine el día ellos le dieron esta grata sopresa.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, estaba conmovida. Había vivido varios cumpleaños en familia y con la compañía de algunos amigos, incluyendo a Becky, pero una extraña sensación siempre se colaba en su interior.

En el fondo no entendía porque las personas festejaban el hecho de haber nacido porque ella tenía una oscura historia detrás de su nacimiento.

— Gracias por venir a este mundo. —susurró Damian acercando el pastel para que ella soplara las velas.

Las lágrimas no dejaban de salir.

Saber que alguien estaba feliz con el hecho de que ella existiera la hacia sentir realmente especial.

Y me refiero al tipo de amor romántico, es un amor diferente al que pueden darte tus padres, es un amor diferente, una forma de amar algo extraordinaria.

Porque un desconocido hace unos meses ahora se había vuelto parte fundamental de su vida, y estaban unidos a tal punto que no imaginaría una vida donde esa persona ya no exista.

Sopló las velas y deseo que la vida los una eternamente, en esta vida y en las siguientes deseaba encontrarse con un Damian.

El pastel era realmente delicioso porque Damian sabía lo mucho que a Anya le gustaba el maní así que el relleno era especialmente de eso para ella.

Anya amaba el maní y odiaba las zanahorias. Le gustaba leer novelas gráficas, se enamoraba de personajes ficticios fuertes y fríos, parecidos a él en cierto punto, cantaba canciones aunque no conociera de todo el idioma ya que si no sabía la letra la inventaba. Era una persona irónica, se burlaba de él siempre que podía pero era dulce y amable con las personas en general.

Anhedonia | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora