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El viaje en había sido más cálido que lo usual. Damian se había acostumbrado a que Anya ambientara los viajes con su música favorita. Descubría infinidad de música nueva y podía entender cómo estaba su estado de ánimo por la música que ella ponía. También descubría lo sensible que podía llegar a ser una persona sólo por la música que escuchaba.

Hoy le había tocado escuchar la música de una reciente banda que Anya había descubierto y él escuchaba mientras manejaba las historias que la chica le contaba sobre los integrantes del grupo.

El castaño tenía que admitir que se ponía un poco celoso de la forma en que ella hablaba de otros chicos frente a él por más que sean sólo idols famosos.

Damian sonrió de la ternura que le causaba ese brillo en los ojos de la joven,  y Anya se detuvo al hablar.

No podía creer lo que estaba viendo.

¿Damian estaba sonriendo?

Sonreía mientras miraba la carretera, sonrió mostrando los dientes, y al voltear a verla sonreía con sus labios levantando la comisura de los mismos.

Era la imagen más hermosa que jamás haya visto.

El anochecer, las luces de los autos, la carretera y una canción lenta de fondo. El paisaje más soñado. Se hizo esperar tanto pero al fin él le había sonreído a la cara.

Anya se sonrojó.

— ¿Por qué dejas de cantar? —preguntó ante la repentina pausa de su coro ante la música. — Me gusta como cantas. —confesó.

Anya miró al frente.

Se sentía avergonzada.

— Ya casi llegamos, ya canté mucho por hoy.

Damian aceptó aquella respuesta y continuó el camino.

El auto giro y esperaron a que el gran portón de rejas labradas se abra automáticamente ante la llegada de unos de los dueños de la casa. El auto continuó por un largo camino hasta llegar a la mansión. Al estacionar frente a la entrada ambos bajaron del auto para que uno de los sirvientes lo estacionara. Aquel hombre encargado de eso le dedico una reverencia a Damian y ambos nos dirigimos a la entrada.

Al llegar a la puerta pude escuchar los gritos de una mujer desde dentro.

— ¿Dónde está? ¡No me importa! ¡¡Llámalo!!

Era un alboroto del otro lado de la puerta, y al cruzar por esta pude verla.

Sus perfectas curvas, delicada como una rosa roja que te amenaza con sus espinas si no eres digno de tocarla. Vestía una hermosa blusa de seda fría color rojo oscuro que combinaba con su cabello, y unos rubíes en sus aros decorando su rostro. Sus enormes ojos negros me observaron con odio.

— Tú. —murmuró al verme. — ¡Estabas con ella! —gritó.

Ella mostró sus dientes furiosa.

Damian se puso delante de mí como para protegerme.

— ¿Cómo puedes estar con esa humana?

— Ya te lo dije, tengo un contrato con ella. —explicó tranquilo. —Y no pienso romperlo Mey Mey.

Ella apretó su mandíbula con fuerza y sus nudillos se pusieron blancos de la fuerza con la que presionaba sus manos.

— Tu... ¡Dijiste que esperarías a mi mayoría de edad! ¿Por qué me haces esto?

— Las cosas han cambiado.

— Yo...Yo llegué antes a tu vida. —ella reclamaba algo que para mí desventaja era cierto. — Crecimos juntos Damian, no es justo.

Anhedonia | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora