《Final》

1.5K 133 53
                                    

¿Existen los finales felices? ¿Un "juntos para siempre"?

Quizá en esta línea del tiempo no.

Ella perdía la luz de sus ojos enfrente de mí. Nuestros cuerpos tumbados en el piso, sangrando, extendí mi mano intentando alcanzar la de ella. No alcanzamos a tocarnos.

Las lágrimas del señor Loid caían por sus mejillas. La sangre de mi hermano caía encima de mí.

Dos vidas se fueron ese día.

Perdí las cosas más importantes que en la vida pude llegar a tener.

El cariño de un hermano y el amor de una vida.

Loid en silencio cerro sus ojos muertos con el canto de su palma, la tomó en brazos y se la llevó lejos.

Mis heridas se regeneraban lentamente, mis ojos volvían a la normalidad y poco a poco recuperaba fuerzas. Veía rojo de un ojo por la sangre que había caía. Era mi sangre mezclada con la de mi hermano.

Empujé su cuerpo por encima de mí. Cerré sus ojos y noté que había dado sus últimos alientos con una sonrisa en sus ojos.

— ¿Ahora estás con él?

En otra vida quizás, él se encuentre con el amor de su vida.

¿Cuántos años de agonía tendría que vivir a partir de ahora?

Días más tarde enterré su cuerpo en el jardín de casa donde recuerdo jugaba con él. Nunca supe bien su historia, quisiera haber pasado más tiempo contigo, quisiera haberte odiado menos, quisiera recuperar el vínculo que nunca tuvimos.

He de confesar que una parte inocente de mí esperaba algún día tener un hermano mayor con quién hablar y en quién confiar, con quién compartir y jugar como cuando eramos niños. Antes de que nuestros padres nos corrompieran.

— Ellos están en la cárcel ahora, ¿supongo eso era lo que querías no?

Ya no podrán hacerle daño a nadie.

Ya nada ni nadie podrán hacernos daño.

— Jefe —llamaron a mí.

Me di la vuelta y les observé.

— ¿Hicieron lo que les pedí? —observé con severidad cada uno de sus rostros.

— Sí señor.

Muchos dijeron que desde ese día mis ojos cambiaron, ya no tenían luz ni brillo. Que eran fríos y oscuros.

— Sigan buscando huérfanos que fueron experimentos de los años noventa, cuando los encuentren contáctense conmigo.

— Muchos ya formaron familia y viven vidas normales.

— Pero merecen saber la verdad de su historia —como Anya deseó saber. — Merecen saber que sus padres no les abandonaron, que no murieron por accidente o les mataron sin razón. Merecen saber que tenían una familia que les amaba y quienes son en realidad.

— Como usted diga señor.

— Ya, lárguense.

Bajaron la cabeza he hicieron caso omiso.

Suspiré cansado.

— Ahora tus súbditos me siguen a mí, como si fuera que yo sea la gran cosa.

Yo no soy como tú. No soy un líder nato. No soy ni seré más fuerte de tú has sido.

— ¿Así de sólo te sentiste cuando papá mato al amor de tu vida también?

La soledad había hecho un hueco en mi pecho. Me consumía poco a poco, cada vez se hacía más grande.

Anhedonia | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora